Navahermosa - Toledo

Artículo de opinión de Juan José González. Los embates de la crisis están siendo particularmente intensos en nuestra comunidad autónoma entre otras cosas por la incidencia especial que ha tenido en una estructura productiva desequilibrada, con un peso sobredimensionado de la construcción, y cuyo hundimiento ha arrastrado a otros sectores como la industria o los servicios, que a su vez se han visto afectados por los recortes en la inversión y los servicios públicos.

En ese contexto las políticas de austeridad impulsadas desde los gobiernos regional y nacional lejos de corregir los efectos de la crisis económica han provocado el hundimiento del PIB acumulando cinco años ininterrumpidos de caídas con registros muy negativos; particularmente el del 2012 donde Castilla-La Mancha llegó a descender un 4,1%, el doble que en España.

Los efectos en el tejido productivo se reflejan en la destrucción de cerca de 15.000 empresas, entre el 2008 y el 2014, el 10,7% de las mismas.

La renta per cápita regional en términos porcentuales retrocede hasta representar el 81% de la renta media en España.

En materia retributiva, los costes laborales están 2800 € por debajo de la media nacional configurando un diferencial de gran importancia en el panorama económico de Castilla La Mancha, acumulándose una perdida de poder adquisitivo de los salarios del 6,4%, en este período.

Pero el corolario sin duda más dramático de la situación se localiza en el empleo donde se han destruido 152.000 puestos de trabajo en los últimos seis años es decir un 17,6% del empleo existente, lo que significa que el desempleo ha crecido un 300% hasta alcanzar la tasa de paro el 28,5%, -283.000 personas- careciendo de prestación alguna más de 126.000.

Y mientras se propaga el discurso del rigor en las cuentas públicas, el avance del endeudamiento de Castilla-La Mancha ha seguido creciendo hasta escalar a la cifra de 12.341 millones de euros, un 33,4% del PIB, lo que sitúa a nuestra comunidad como la segunda más endeudada solo por detrás de Valencia. Y a pesar de ello el gobierno no cumple con el sacrosanto objetivo de déficit, que se va a situar en el 1,4% frente al 1% previsto para 2014.

Estas políticas regresivas aplicadas ante la crisis económica en un contexto de hegemonía política de la derecha en Europa y en el conjunto del Estado, han sido ejecutadas con particular saña por el gobierno de Dolores Cospedal en Castilla-La Mancha, a lomos de un discurso fundamentalista y sectario que prescindiendo de las necesidades de la gente ha sacrificado las políticas sociales y el crecimiento de la economía en el altar de la austeridad, imponiendo una política que está arrasando el tejido productivo con unos efectos demoledores como ponen de manifiesto todos los indicadores económicos y sociales, que acabo de citar.

A punto de agotarse la legislatura autonómica, la ausencia de diálogo social constituye una anormalidad democrática y pone de manifiesto la falta de voluntad para convenir en cualquiera de los temas centrales de la agenda económica y en especial en aquellos referidos al empleo, las políticas de igualdad o los servicios públicos.

Esta actitud lejos de responder a una estrategia improvisada, parte de prescindir de los sindicatos y de otros actores sociales ignorando su capacidad de propuesta en aquellas materias que le son propias, devaluando su papel de interlocución e intentando su debilitamiento como organizaciones susceptibles de jugar un papel de baluarte frente a los recortes y el desmantelamiento de los servicios públicos.

Lo más grave de esta forma de gobernar excluyente y autoritaria imponiendo viejas recetas, es que está devastando los servicios públicos esenciales y conformando una situación donde el aumento de la pobreza y la desigualdad ponen en riesgo la cohesión social, dibujando un panorama muy preocupante, que es necesario revertir con un cambio sustancial en la política económica, ya que la actual está siendo letal y constituye el auténtico fracaso de este gobierno. Fracaso que carecería de relevancia sino fuera porque conlleva la ruina de esta región.

Y ante la ruina, si el gobierno no cambia la política… habrá que cambiar al Gobierno.

Juan José González Rodríguez

(*) Artículo publicado en la revista Aquí de Toledo