A estos pollos no le pongo la x de hacienda Tres dirigentes de UGT, Federación de Servicios, Santiago Tamame, Manuel Sánchez Cifuentes y Macario Esteban, se gastaron 100.000 euros en un año en mariscadas, pagados con tarjetas del sindicato. Es decir, de nuestro dinero, ya que los sindicatos viven casi exclusivamente de las subvenciones concedidas por el Gobierno. Y esto no es nada. A ver qué pasa con la tarjeta de gente de más arriba, porque a Cándido Méndez se le ha puesto cara de centollo. Por algo será. Nadie en este país es más aficionado al marisco que un sindicalista. Se creían en la impunidad y, por fin, se han visto descubiertos. Los sindicatos, que heredaron la generosidad del Estado franquista (el sindicato vertical era un sindicato subvencionado, cuya antorcha recogieron los que se dicen democráticos), están mostrando al país sus miserias. No hay más que echar un vistazo a las facturas falsas de los cursos, a los ERE de Andalucía y a toda la mierda que ha salido y va a salir. Incluso el inconfundible Cándido Méndez, embotado por la buena vida y muy pendiente de su colección de relojes de marca, anuncia que si la cosa se pone muy fea, él va a dimitir. Me da la impresión de que a éste le quedan cuatro telediarios al frente de la UGT. Y es que la crisis sindical en España viene dada porque, en contra de los grandes sindicatos europeos o norteamericanos, los españoles no viven de las cuotas de los afiliados, porque la mayoría no paga y sólo se ponen al día sus militantes cuando necesitan un abogado que les defienda de algún despido. Viven del dinero público, luego deberían ser más cuidadosos con el marisco. Y ahora, para más inri, llegan nuevas noticias de las mariscadas consumidas por el método del tarjetazo, incluso en el mes de agosto en Mallorca. Pero no crean, pagaban hasta 900 euros por ponerse morados. Repito que me gustaría ver un extracto de la visa de Cándido Méndez, embotado como un banquero |