Gibraltar, convertido en cortina de humo para desdibujar 20 años de ‘mierda’ Los Gobiernos del PP cuando se sienten acosados montan broncas y provocaciones. De modo que con Aznar tuvimos que soportar el ridículo del islote Perejil, tras el numerito pseudo heroico narrado por Trillo, como si hubiera sucedido de pronto algo maravilloso para honra y gloria de la Madre Patria. Hubo en aquel tiempo tirantez creciente con el Rey de Marruecos y acabó tan vergonzoso episodio gracias a que el secretario de Estado de EEUU, entonces Colin Power, puso firme a unos y a otros. Menuda chapuza! Agarrado a la bandera, el ministro de Defensa de la época, Trillo, embajador ahora en Londres, debió creerse el redentor de los españoles ante unos cuantos moros que pretendían quedarse en el peñoncito Perejil. Lo sucedido fue una especie de vodevil con soldaditos de carne y hueso y banderas al viento. Muchísimo peor fue el accidente del YAK-42, con más de 60 muertos. Ocurrió en Turquía. Las víctimas eran militares cuyos cadáveres fueron transportados a Madrid a toda velocidad, y con equivocaciones intolerables, porque las elecciones estaban cercanas. Aznar quería minimizar ante la opinión pública ese estremecedor accidente. Trillo no fue culpable directo del accidente, pero gestionó la catástrofe de mala manera. Diez años después, familiares y amigos de los militares muertos declaran: “Ya sabemos la verdad, pero nos falta la justicia”. Con Rajoy en la Moncloa, su amigo Margallo, fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores. Se trata de un bocazas que se ha convertido en un gurú de cámara del presidente popular. Ejerce torpemente de ministro de Exteriores y… de Interiores. Da la cara de cuando en cuando para proteger a su protector, Mariano. Desde la toma de posesión de su cargo hasta ahora, va fabricando frentes conflictivos y esparce ocurrencias de caballero español. Se acabó el recreo en Gibaltrar”, advierte hoy Margallo en la portada de ABC. Y añade más munición diciendo: “Con Gribaltar se ha acabado el recreo de la época de Moratinos”. Han descubierto Margallo y Rajoy que Gibraltar puede servirles de cortina de humo para desdibujar la corrupción que, según todos los indicios, cubre Génova 13 y La Moncloa. Rajoy necesita con urgencia oxígeno y trata de recurrir -como sea- a rescatar aquello de ¡Gibraltar, español!, tan difundido durante los cuarenta años de dictadura franquista. La obsesión sobre el Peñón le viene bien a Rajoy. El grado de cinismo es monumental en Margallo. Sostiene lo siguiente: “Es nuestra obligación controlar a rajatabla el contrabando, el blanqueo de dinero y el tráfico ílicito. Nos lo exige nuestra pertenencia a Europa (…) Como también es nuestra obligación controlar las irregularidades fiscales, por ejemplo inspeccionando a los cerca de 6.000 gibraltareños que tienen propiedades en Sotogrande”. Pero, hombre, Margallo, hay que tener la cara de cemento armado para anunciar que el Gobierno investigará las corrupciones o irregularidades de Gibraltar. Rajoy, como es sabido, ha sido incapaz de limpiar su casa de la mierda acumulada durante veinte añosO sea, primero limpien su partido y luego hablen de Gibraltar. No pierdan más el tiempo. Dejen en paz a los gibraltareños y lleven cuidado con el Reino Unido, un país democrático desde hace siglos. No lo olviden, herederos de Franco. |