Neoliberales y neoconservadores Revisando la hemeroteca, encuentro un artículo de JOSE MARIA MARCOS en Tribuna libre 24 febrero 1998. NEOLIBERALES Y NEOCONSERVADORES Neoliberal designa hoy en día, en lenguaje político más común, la actitud de quien antepone el interés propio al bien común y el egoísmo a la solidaridad. Los neoliberales, según esto, pretenden abandonar a cada uno a su suerte, dejar desprotegidos a los más débiles y en consecuencia, aumentar la desigualdad. No siempre fue así. A principio de siglo se llamaba neoliberales a quienes, preocupados por la irrupción de lo que entonces se llamaba las masas en la escena política, preconizaron la intervención del Estado en la vida política. Se considero que el liberalismo clásico, por naturaleza desconfiado del poder, estaba agotado. Con el nuevo siglo, llega la hora de ampliar esas libertades puramente negativas (la de la defensa del individuo ante el poder estatal) con otras en las ese mismo poder estatal, hasta ahí contemplado con tanto recelo, pasaría a ser el motor de la justicia del progreso. En España fueron neoliberales muchos regeneracionistas, la institución Libre de Enseñanza, y el grupo de intelectuales más o menos agrupados en torno a l as iniciativas de Ortega; desde Azaña hasta Besteiro. Aunque bastantes de ellos encontraron acomodo en el Partido Socialista, y más de uno a cabo con los comunistas, el núcleo de esta generación de nuevos liberales, convencidos de la intrínseca bondad y la vocación reformista del Estado, se incorporo al Partido de Melquiades Álvarez: una tercera vía al turno de los dos partidos- liberal y conservador- del sistema canovista. En buena medida, el mentor ideológico de esta generación fue Ramiro d Maeztu, que vivía entonces en Londres y estaba fuertemente influido por los grupos fabianos ingleses. Y fue en Inglaterra, justamente, donde aquellos neoliberales tuvieron más existo. Con Lloyd George, el Partido Liberal Ingles, transido de de voluntad de justicia, se volcó entre 1906 y 1914 en una política socialdemócrata. Instituyeron el seguro de enfermedad y de paro garantizado por el Estado, mejoraron por Ley las condiciones de trabajo, intentaron luchar contra la pobreza desde las instituciones. Así empezaron a poner en marcha el poderosísimo Estado del bienestar, con lo que las masas favorecidas, pero siempre ingratas, les dejaron de votar. Hasta hoy, justamente. Desde hace dos décadas, la desconfianza hacia el Estado de la gente, entre desengañadas por las promesas incumplidas y deseosa de recuperar una iniciativa que les había sido arrebatada, se ha manifestado, en Gran Bretaña- y en Estados Unidos o en Nueva Zelanda- en políticas restrictivas del gasto publico. El colapso del socialismo y la globalización acentúan el proceso, no es solo que el Estado carezca de cualquier poder sobre muchas las de las decisiones que toman los ciudadanos, es que tampoco tienen capacidad de ser ese universal benefactor al que aspiraron los neoliberales de principio de siglo. Así como el Partido Conservador era, desde un cierto punto de vista. El partido de los privilegiados, el que tenía a su cargo la defensa de los afortunados, el Liberal fue durante mucho tiempo el partido del pueblo el de los que no tenían nada que perder, debían fiarlo todo a su trabajo y su iniciativa, y para ello se enfrentaron a las trabas impuestas por prebendas y privilegios disfrazados de tradiciones venerables. Claro que hoy en día los privilegiados no son ya una minoría o un grupo selecto.los auténticos privilegiados de ahora-los neoconservadores del Estado del bienestar, son los funcionarios, los empleados subvencionados- politicos, industria y en la agricultura- todos los que se benefician de las ayudas del Estado. En España además, están los que disfrutan de un empleo fijo garantizado por una legislación que desprecia la iniciativa individual. ¿Qué será de Maeztu, que inspire a nuestra clase política, saturada de neoconservadurismo, un poco de audacia de estos nuevos liberales?
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