Automulta de ZP Pido excusas por iniciar este escrito con dos ejemplos de sendos hermanos míos. Mi hermano Javier era un gran defensa jugando al fútbol. También durísimo. Formidable persona vestido de calle y un forajido cuando, uniformado con los colores del «Ondarribi», saltaba a los terrenos de juego. Pero sus acciones punibles no precisaban de árbitro. Cuando entraba al adversario de manera brutal, se autoexpulsaba. «Me expulso», decía mientras se encaminaba al vestuario. Y mi hermano Gonzalo, se presentó en el despacho del director general de la empresa en la que trabajaba, para exigirle una considerable disminución de sueldo. Según él, su importancia laboral no se correspondía con la nómina que cobraba, y consiguió, no sin esfuerzo que le bajaran el sueldo a la mitad. No suponen estos detalles hechos históricos, pero revelan una honestidad que se escapa a cualquier duda. Absoluta y locamente enamorado de su novia, un personaje muy conocido en la sociedad madrileña de la década de los cuarenta del pasado siglo, se presentó, diez días antes de su boda, en la casa de sus futuros suegros con un solo y honrado objetivo. Convencerlos para que impidieran su boda. «Soy lo peor de lo peor, y vuestra hija no se merece un desastre. No tengo un duro, soy un golfo, me bebo el Ebro y vuestro deber es impedir que una mujer tan maravillosa como vuestra hija se case con un desalmado como yo». La boda se celebró y el amor y la armonía entre él y ella duró más de cuarenta años, hasta que la muerte de él los separó definitivamente en la tierra. No es un hecho histórico, pero revela una honestidad que se escapa a cualquier duda. Compró tres décimos para la Lotería del Niño en 1969. Siempre lo hacía a medias con un amigo. En esta ocasión, el amigo no fue informado ni de la compra ni del número de los décimos. Le tocó el «gordo». Después de cobrarlo, días más tarde, se presentó en casa de su amigo y le entregó un maletín con más de quince millones de pesetas en su interior. No es un hecho histórico, pero revela una honestidad que se escapa a cualquier duda. José Luis Rodríguez Zapatero ha sido contundente en su primer discurso como Presidente semestral de la Unión Europea. Y ha advertido, con la contundencia y firmeza que le caracterizan, que multará a los Estados que no cumplan los objetivos económicos que se establezcan de mutuo acuerdo. Lo ha dicho el Presidente del Gobierno del Estado que ha incumplido en los últimos años todos los objetivos económicos habidos y por haber. El Presidente del Gobierno que ha colocado a España en la cola de la recuperación económica. Lo ha dicho el Presidente del Gobierno que ha instalado en España, con la inestimable ayuda de los sindicatos, a cuatro millones de familias en el paro, cifra que no se considera cerrada sino con vocación ascendente. Lo ha dicho quien ha incumplido con holgura las previsiones de déficit fijadas por Bruselas. Y al decirlo, no se ha puesto colorado, porque su maestría en la mentira ha alcanzado cotas difíciles de superar. Es un hecho histórico, y demuestra un nivel de caradura y jeta que no escapa a duda alguna. Lo corrobora. Que se automulte con nuestro dinero. |