Mora - Toledo

Invariablemente, con la llegada del frio, llega la Navidad, y con ella el debido sentimiento de compañerismo, amistad y buenas intenciones..., y yo esto pues no lo entiendo, o mejor dicho me cuesta mucho entenderlo y aún más participar de esta tormenta desatada de buenas intenciones y mejores voluntades.

Entiendo la Navidad cómo unas fechas de paz con uno mismo, por el buen trabajo llevado a cabo durante el último año, entendiendo que en el proximo, nuevas metas y nuevos retos nos pondran a prueba, y solamente conseguiremos alcanzarlos si ponemos lo mejor de nosotros mismos en el empeño, apartando los rencores, las envidias, los odios o al menos atenuando su impazto sobre nosotros mismos y sobre los demás.

Me suelo acordar de aquellos que nos dejaron, pero ya sin pena, solamente por el puro placer de compartir con ellos un momento de compañía interior, creo firmemente que solo desaparecen cuando los olvidamos.

Y me alegro mucho más, cuando sumamos otro a la mesa de nochebuena, aquellos que me conocen saben que mi deseo más repetido en las cartas de reyes, no es otra cosa que: el año que viene seamos más.

Por eso y sin disfrazar ningún sentimiento, quiero desearos una feliz navidad, con los vuestros rodeados de todos, y mucha fuerza para que el año proximo podamos crecer un poco más.

Un saludo para todos mis paisanos.

Es diciembre, el mes más frío, el humo de las estufas cubren con intensa niebla de leña de encinas y olivos nuestro pueblo. (En algunas ocasiones la nieve) las calles de tierra y las bombillas que las alumbran apenas se ven. Algunas rotas por algún muchacho que con el bocadillo en la mano ha salido a jugar a la calle después de hacer los deberes.

Diciembre, todos esperando la llegada de la Navidad, ya ha pasado la Inmaculada y es tradición disponernos a poner el árbol y el Belén. Recuerdo como mi padre nos subía a la antigua a todos los muchachos a raspar musgo de las rocas, teníamos que coger el máximo posible, pues con tantas figuritas y cada año algún animal o pastor nuevo se hacia partícipe en nuestro Belén.

Ahora teníamos que montarlo y aquel momento no quería que nunca terminara, después de la riña entre los hermanos en ver quien era el que colocaba a los anfitriones, el misterio y a los Reyes. Pues a veces el pequeño de la casa y otras el mayor, si el quería y el pequeño no lloraba claro está.

Pues después de poner el Belén, el árbol y alguna que otra cinta rodeando la lámpara del salón, en casa había comenzado la Navidad y el 9 de diciembre en el colegio ya estábamos invitando a todos los amigo a que vinieran a casa a ver el maravilloso Belén.

Se me olvidaba.

Un saludo a todos mis paisanos.

PD.- Una rabieta

Sr. Kobete, muchas gracias.

Le puedo asegurar que esta nueva narración suya la he saboreado el doble, siga así.

Un fuerte abrazo.