Mora - Toledo

Martín era el menor de cuatro hermanos, hijos todos ellos de Baldomera y Saturnino, era Martín un ser verdaderamente agraciado por la naturaleza, su rostro perfectamente simetrico, sus facciones serenamente equilibradas su dentadura blanca y totalmente alineada, su pelo negro recordaba sus raices judías por parte materna, era Martín un jóven varón fuerte y sano...

Corto, pero bueno.., esperamos la continuación kobete, gracias kobete, mu bien.

Baldomera no alcanzaba a entender porque extraña razón, su pequeño y guapo hijo no tenía novia tan siquiera, que con sus ventidos años ya debiera de pensar en casarse, ella ya se empezaba a sentir vieja y a sus cincuenta años ya le empezaba a costar tener que atender con sus cuidados a los dos varones que quedaban en casa...

Aquella noche había preparado Baldomera, para cenar unas gachas a Martín le encantaban y Saturnino..., pues no se quejaba, aunque Saturnino nunca se quejaba, por nada.

No había comido Martín ni dos cucharadas, cuando sus ojos se tornaron en blanco, su tez palideció de repente, dejó de respirar y se desplomó.

Martín extrañamente había muerto, cómo se moría la gente antes: de repente, la pena y la tristeza se adueñó de Baldomera, Saturnino también, pero no se quejaba, cómo siempre.

A Martín le enterraron, entre llantos y lamentaciones, "tan jóven", "tan guapo", "no sómos nadie", en fin no faltaron las debidas condolencias por parte del acompañamiento.

Dispuso Baldomera, cómo era tradición entre los judios, que el entierro fuera lo antes posible, pues así lo había heredado de sus antepasados, y Martín, fuen enterrado al día siguiente a eso de las cuatro de la tarde, dos mulas tiraban del coche funebre, por el camino acotado de cipreses a ambos lados hasta llegar al campo santo...

Mañana más, un saludo paisanos.

un saludo kobete. mañana lo esperamos.

Esto engancha kobete sigue

oleeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee kobete¡¡¡

Veinte años después, sin quejarse, cómo era costumbre en él, Saturnino se fue a dormir y ya no se despertó, fue una muerte a su manera, cómo él era, sin decir ni mu, sin quejarse al otro mundo Saturnino se fue, de nuevo la pena y la tristeza envolvió a Baldomera.

Dispuso de igual manera Baldomera la premura en el entierro, pero en esta ocasión, hubo que esperar hasta el otro día a eso de las once de la mañana, en esta ocasión ya no eran dos mulas, sino un seat 1500 de color gris que conducía un tal Atanasio que en gloria esté.

Buenas tardes tengamos paisanos, luego sigo ahora me voy a la partidita.

La mañana era fria y corría un airecito que traspasaba, el sepulturero se afanaba sacando la tierra que veinte años atras sepultó el cuerpo de Martín, la comitiva que acompañaba a Saturnino en su último viaje, se hizo presente en el campo santo cuando aún el esforzado sepulturero, no había acabado de sacar toda la tierra.

Esperaban a cierta distancia a que el operario acabara, para poder dar sepultura a Saturnino, cuando sonó un crujido seco, la tapa de madera que cubría los restos mortales de Martín de la tierra, se rompió dejando al descubierto la ímagen de un esqueleto que yacía boca abajo, en los huesos de las manos había unos mechones de pelo, y en la madera que hacía el fondo del ataúd, el sepulturero encontró clavadas dos piezas dentales, de la que fuera una preciosa dentadura en vida de Martín.

Martín había sido enterrado con vida, y murio bajo tierra con un inmenso sufrimiento, aquello a Baldomera la sumió en la más profunda de las penas, duró cinco días solamente Baldomera.

Cuando yo me muera, por favor, las cosas sin prisas.

Unsaludo a todos mis paisanos.