Mora - Toledo

Dentro del autobús la temperatura es agradable, fuera parece hacer viento, según se agitan las hojas de los árboles y las faldas de las mujeres. La música, cosa extraña, es suave, resulta placentera y todos van callados, pensando o viendo pasar a las gentes por la calle.
A esta hora siempre me entra sueño, debe ser por la digestión o por el ronroneo del autobús y hoy, con el calorcillo y la música, creo que me voy a quedar dormido. El tráfico, convulsivo y enloquecido a la hora punta que es, hace que la carrera del autocar sea un continuo vaivén, un suave zamarreo que acrecienta aún más el sopor que siento.
Un semáforo. El autocar se para y miro a las gentes que esperan para cruzar. Son una masa nerviosa que se agita, miran el reloj, se ponen bien la ropa, el pelo, unos encienden un pitillo, otros lo tiran y a continuación lo pisan girando el pie. Otro se mete el dedo en la nariz y otro se rasca la entrepierna con la mano en el bolsillo.
Ellos no me ven, pienso, debido al reflejo del cristal, pero yo no me pierdo uno sólo de sus movimientos automáticos y nerviosos. Hay una chica que parece que me está mirando, es morena y no está nada mal. No creo conocerla y posiblemente ella a mí tampoco me conozca. Es alta ya que su cabeza sobresale por encima de las de los demás que esperan en el semáforo y es morena, tiene el pelo largo y lacio, los ojos deben ser grandes y oscuros, aunque con las gafas de sol no se le ven, lástima.
Cada vez hay más gente esperando para cruzar y cada vez están más nerviosos. Una mujer le pega a un niño pequeño que llora por algo y a un perro que pasaba le han dado una patada y ha cruzado la carretera corriendo y lamentándose.
La chica me sigue mirando y yo no puedo evitar que la mirada se me vaya hacia ella. La miro fijamente y ella mantiene su mirada hacia mí, se quita las gafas y le veo los ojos, como me figuraba son enormes y oscuros. El pelo, a veces, debido al viento que hace, le cruza la cara y le da un aire misterioso, entonces ella, con un gesto muy elegante, se lo quita de la cara y lo echa hacia la espalda.
Lleva una falda abierta a un lado que el viento también agita a veces y entonces quedan al descubierto dos hermosas y torneadas piernas que, enfundadas en unas medias de color humo, tienen un aire de lo más atractivo. No deja de mirarme y yo tampoco dejo de mirarla a ella, no sé qué es lo que está pasando. Lleva una chaqueta cruzada que le hace un profundo escote en el cual se adivina un blanco y terso pecho.

To be continued.

esto es un fragmento del capitulo 5 del libro de Ana Rosa Qintana cierto??

Una matización: la gente no las gentes.

Otra vez se pone bien el pelo. Tiene unas manos largas y finas y no parece llevar las uñas pintadas. No sé si me ve, pero me parece grosero mirarla tan fijamente, aunque tampoco puedo dejar de mirarla, me tiene como hipnotizado. ¿Tendrá algún poder mental de esos y lo está usando conmigo? No creo, precisamente conmigo, venga ya, eso quisiera yo. Sea como sea, parece que me está viendo y que me mira sólo a mí. Ahora está moviendo la boca como si se mordiera los labios por dentro y los pone de una forma muy sugestiva. No la he visto nunca, no sé de dónde habrá salido y la verdad es que una chica así no se olvida fácilmente, pero estoy seguro de no haberla visto antes, seguro. La ciudad no es tan grande y casi siempre pasamos los mismos por los mismos sitios, pero yo a ésta no la he visto nunca.
El semáforo abre para los peatones y la masa se deshilacha ante el autobús, cada uno va a lo suyo y cada cual toma su camino pero ella no, ella parece dirigirse al autobús, efectivamente viene hacia aquí y parece querer montar, se para ante la puerta y el conductor le abre. No sé que está pasando aquí, no entiendo nada. El chofer debe conocerla cuando le ha abierto sin mediar palabra y todos los demás también, ya que no la miran siquiera, como si estuvieran acostumbrados a su presencia, como si se montara todos los días y la verdad es que yo es la primera vez que la veo.
Avanza por el pasillo, como si viniera hacia mí. Detrás no hay nadie sentado, normalmente me siento el último porque se quejan del humo del tabaco cuando fumo, así que viene hacia mí, no hay duda. El corazón me late a doscientos, por lo menos, parece que se me va a salir por la boca, tengo las manos frías y siento que me suda la espalda y ella viene hacia mi asiento, no cabe la menor duda. Se ha parado y ha puesto un pie sobre el apoyabrazos, la falda se le ha abierto y ha dejado al descubierto una pierna perfecta, dura y brillante, se quita una media y me la pone sobre el hombro, después se quita la otra y hace lo mismo que con la anterior. Tiene un perfume que es imposible describir con palabras, pero diría que huele a noche en la playa entre sándalos e inciensos alrededor de una fogata de pino seco.
Se está desabrochando la chaqueta, no sé que es lo que puede pasar aquí, ni sé qué es lo que pretende esta mujer. Me lo estoy figurando y un escalofrío me recorre el cuerpo desde los pies hasta la coronilla, pero ¿los demás no ven nada, no miran hacia atrás siquiera? Como si esto fuera habitual, lo más corriente del mundo, cuando luego se las comen a todas con los ojos y ahora que tiene aquí a ésta que está imponente y se está quedando tan ligerita de ropas. Nadie mira para atrás, ni se inmutan, como si no pasara nada. No lo entiendo.

Sí así fuera, sería entonces plagiada la plagiadora, ¿quien pues sería el plagiad@?

Igor, puede que tengas razón, pero también existen ciertas licencias lingüisticas, aunque en este caso que nos ocupa está mal utilizado, el sustantivo gente en si mismo ya nos da la ídea de pluralidad.
Claro que quien tendrá que corregir será Ana Rosa, ¿o corregirse?.

Continuará, porque esto no se va a quedar así, ¿no?.

Mirona: ¿puedes continuar?, por favor.

Se ha quitado la chaqueta y debajo sólo lleva una especie de sujetador de encaje negro, calado y transparente. Esto es demasiado, yo creí que estas cosas sólo pasaban en las películas raras, pero que me pase a mí, aquí y ahora, no lo entiendo. Se está quitando la falda y lo hace como si estuviera haciendo estriptis, parece que hasta le sirve la música del autobús. Digo yo que a través de la ventanilla la pueden ver pero parece que no le importa nada ni nadie, si no le importan los demás que van en el autobús, que le va a importar. A todo esto, no ha abierto la boca, la verdad es que tampoco le hace falta, pero será extranjera y teme que no la entendamos. De todas formas, el lenguaje que está empleando es universal, en cualquier parte entenderían que quiere "algo" y ahora parece que lo quiere conmigo.
Toda la ropa interior es a juego y las piernas son mucho más largas de lo que parecían al principio. Le ha dado a la palanca para echar hacia atrás el asiento, no deja de mirarme a los ojos y ahora se abre de piernas y se sienta encima de las mías, me coge de los hombros y en ese momento siento un brusco tirón hacia atrás.
El autobús ha arrancado, la gente ha terminado de pasar y el semáforo se ha puesto verde para los vehículos. Me levanto y miro, a través de las ventanillas, alrededor del autocar y allí, a lo lejos, veo una cabeza de pelo oscuro y lacio que sobresale entre las demás y, es que al final, me quedé dormido en el semáforo.


Se acabo.

O DISCUTIS DE POLITICA O HABLAIS DE TONTAS VAYA VAYA TOALLA

y tú de que hablas?

de las cosas que decis sin pies ni cabeza