Los Navalmorales - Toledo

La paja (“Estimulación de los órganos genitales o de zonas erógenas con la mano o por otro medio para proporcionar goce sexual”DRAE) se ha comido la información. Parece más importante un onanismo delicuescente que todo lo que pasa en España y en el mundo. Seis millones de parados, la prima de riesgo, el 21% de IVA, los brutales recortes en sanidad, educación y servicios o la convención Demócrata de USA no son nada ante unos “deditos” en un watsapp. Esto es la filosófica España que tenemos instalada en la ideología popular del “belenestebanismo”. ¡Si Unamuno levantara la cabeza! País de afloja y aprieta, que no sabe de fábulas futrosóficas pero que pierde la baba con las norias y con las bragas rosas de cualquiera que tenga un buen nombre propio. El delicioso ojal con los bordes teñidos de clavel vuelve estúpido a cualquiera y el que pilla una pillada huye hacia el mundanal ruido a contarlo. Hoy el goce parece que no está en el suspiro, en el ¡ay!, en el “yaestá”, sino en subir la cosa a las redes para socializar la presa de esta cacería imbéc¡l. Esa es otra. La paja no hubiera sido tal de no hacerse pública. Que aquí ya puede empezar a tirar la piedra quien no se haya pajeado alguna vez en lo claro o en lo oscuro. Se pierde el cµlo por socializar rápido todo esto del verderío, por muy privado que parezca. Más cuenta le tendría a la Nación, o como se llame esta parcela “merkeliana” en la que vivimos, nacionalizar la banca, ¡con un par!, o la red de alta tensión o todas las energías renovables y no renovables. Pero eso no se toca. Aquí lo que priva, lo que engancha, lo que da que hablar es frotarse el clítor¡s. Así nos va, con la productividad por los suelos y siendo campeones de sexo oral, es decir, del que se cuenta de boquilla, no del que se practica. Pero ni que la paja esta de ahora fuera un invento novedoso descubierto por el jardín de senderos que se bifurcan de twitter y otras redes. La historia está llena de ellas. La literatura cuenta algunas. De postín es la que nos narra Cela de La insólita y gloriosa hazaña del cipote de Archidona. Tan famoso se hizo que lo publicó Tusquet. Tiene su gracia. Esto de ahora ha sido un “correveydileo” mal explicado, que al final se ha torcido, porque siempre se tuerce aquello que termina enredándose en la política. Ya no sabemos si la paja es del gusto de la izquierda o de la derecha o si permite el tráfago ideológico de las dos manos. Pero no solo Cela, que era autor al que le gustaba esta temática sicalíptica, escribió sobre estos asuntos que hoy nos parecen el sursum corda; otros, como Samaniego en El jardín de Venus o Moratín en El arte de las pµtas, dan buena cuenta de estos asuntos un tanto libidinosos. Y el atildado don Ventura de la Vega, amigo del famoso Espronceda, nos dejó un espléndido título: La primera paja. También podemos acercarnos a La carajicomedia del siglo XV. O sea, nada nuevo esto del culto a Onam, salvo que ahora hay watsapp, facebook y twitter y unas inmensas ganas de hacer público lo que debiera mantenerse en ámbitos privados. Y luego todos cotillas, divididos en bandos: los de la libertad absoluta y los de la moralina. En suma, la paja de Los Yébenes será humo en unos días, pero ha dejado agitación social y opinadores de toda laya y condición. El espectáculo a costa ajena deviene en puro indicio de una sociedad decadente. La cadutta degli dei, la descomposición del imperio romano, la muerte de la cultura tienen estas miserias. Nunca una cosa tan simple como un tocamiento ha dado tanto pábulo al pregonero. Tendrá que ser así, pero ¡yo me bajo en la próxima! ¿y usted?

Antonio Illán-Noticiasdigitales.es

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