historias para contar En esto me sumo ha ZP. HOMENAJE A LA MUJER , sobre todo a las mujeres de Lominchar , que habra pocas tan trabajadoras como ellas , en muchos km a la redonda. UN DÍA CUALQUIERA. Amanece. Los primeros rayos de sol comienzan a alumbrar . El canto de los gallos le dan la bienvenida al sol, con sus cánticos orgullosos y altaneros. Lominchar, adormecido, comienza a despertar. La tierra espera, ávida de dar su fruto, a ser trabajada por los agricultores. Poco a poco, entre bostezos y trasteo de leña, comienza a verse el humo salir por las chimeneas. Un sonido acompasado de cascos de caballería y ruedas de carro, suena en las calles, se reparten por los cuatro puntos cardinales... y así, sin prisa, pero sin pausa, cada cual se dirige a sus tierras a realizar la faena del campo. Huele a pan en la panadería, a café en el bar de la plaza, y a distintos aromas el humo de las chimeneas, que calientan en sus ascuas el puchero del mediodía. ¡Suena la trompetilla del pregonero! - Por orden del señor alcalde, se hace saber... - ¡Maria!, ¿Qué han dicho que venden esta mañana?-vocifera una vecina restregándose los ojos. - ¡Pos que va ser! El pescao, puñetas, el pescao... - ¡Ah!¡Es jueves, es verdad, no me había dao ni cuenta! El trasteo de las casas donde hay chiquillos de la escuela es similar entre ellas: cucharillas removiendo la leche del desayuno, las voces de la madre que le grita a la más perezosa porque no se levanta... - Hoy no llegas, Carmen, hoy no llegas, levántate ya ... - ¡Madre, que ya estoy levantá, no repitas tanto!- replica la chica en tono de enfado. - ¿Dónde está mi cartera? ¡La dejé anoche en esta silla!- su humor mañanero no está para bromas. - ¡La dejaste en esa silla dices!...La recogí de debajo del banco, que estaba tira, y te la dejé en el poyete de la ventana del comedor.¡No sabes nunca donde dejas las cosas! - ¡Siempre me dices a mí!...- dice enfurruñada. Cuando los escolares ya están recogidos, las amas de casa se adueñan del pueblo: que si a por el pan, que si a por cuatro cosas a la tienda, que si la vueltecilla por el mercao a ver si encuentran un retal que vieron el miercoles de la semana anterior... y a quejarse unas con otras: - ¿No estabas mala en la cama? - Me he levantao esta mañana que no sé ni cómo he podío... - Pos yo tengo la espalda hecha polvo. Que dice el médico que la tengo desviá de nacimiento... - No sé ni como me paro a hablar. Tengo mil cosas que hacer...¡Madre mía! Si quisieras es que no parabas... Si la una está enferma, la otra lo está mucho más, y todas ellas tienen pinta de sanas y fuertes...Sus conversaciones giran también alrededor del tiempo que hace y de los comportamientos de sus hijos. . El tiempo viene marcado por las actividades cotidianas, sencillas y grandes a la vez. Muchas de ellas tambien trabajan en el campo , en epoca del cebollino. La tarde para las chiquillas es tranquila. Ellas sólo salen a comprar la mortadela o el chocolate que se les ha olvidado por la mañana a sus madres . Al caer el día, el compás de los cascos, que golpea con sonido metálico en el suelo, vuelve a inundar las calles, acompañado del rodar de ruedas de carros y galeras. Cuando han desuncido, comienza la ceremonia de quitarse las albarcas, asearse y ponerse cómodos. Vienen cansados. La conversación es escasa. Quieren cenar, descansar, y a la cama, que mañana será otro día. Por todo esto hemos pasado , y ahora toca otra cosa . |