Illescas - Toledo

Casimiro sigue su linea,
que nadie delinea,
el que le leé,
sabe a quién lee,
si alguien se declara masoquista,
que lea a este cronista.

Lo que tengo claro,
no lo digo con descaro,
que me llena de satisfacción,
ver vuestra reacción,
de los que me apoyan,
y los que me denostan.

Después de esta puntualización,
vuelvo a mi narración,
ser cronista,
de las peripecias del protagonista,
el primer edil,
y todo su redil.

Son las siete de la mañana,
con gran expectación ciudadana,
la nueva corporación,
rompe con la tradición,
luchar contra la continuidad,
en su principal actividad.

Se cambia el toro del aguardiente,
pese a la oposición de la gente,
por dos vaquillas,
¡Algo flojillas!,
cuyo juego está aún pendiente,
por más que lo niegue algún dirigente.

La cuestión del botellón,
más la decepción,
caldeó el ambiente,
empezó a mosquearse la gente,
quedaba el último cartucho,
correr delante de algún morucho.

La apoteosis del enfado,
llegó con el encierro,
apenas dió tiempo a ver algún astado,
los abro y los cierro,
sin verlos,
ni olerlos.

El mosqueo,
dió paso al cabreo,
pidiendo la dimisión,
y coreando la vuelta de Tofiños como canción,
la música trataba de acallar,
lo que Romualdo no acertaba a solucionar.

Romualdo se comió el marrón,
por ser el taurino de la corporación,
una cosa es ver los toros desde el burladero,
otra salir a torear al albero,
aquí tomo la decisión,
hay que volver a la tradición.

La solución es traer algún toro,
aunque nos cueste un tesoro,
no es ningún drama,
saltarse el programa,
para esta ocasión,
está la improvisación.

Sólo bajo esta condición,
me hago cargo de otra celebración,
era lo que la gente oía,
cuando al alcalde se lo decía,
bien escoltado por los locales,
en la plaza le quedaban pocos leales.

Romualdo pensó,
y, sobre todo, sopesó,
sólo ante la furia,
¡Que agusto estaba antaño!,
sin esta penuria,
que tengo que sobrellevar este año.

Después de este apuro,
yo os aseguro,
que a Romualdo le llevaron a empujones,
a la corrida de rejones,
pese a su natural querencia,
de ser el jefe de la presidencia.

Allí le estaba esperando,
su amigo Fernando,
él subió a la presidencia,
con cierta reticencia,
y el alcalde se fué cerca del albero,
con su amigo "el molinero".

Dijo usted en una ocasión,
el veinticinco de julio para más concreción,
que no es necesario ser alcalde,
para ir a los toros de balde,
bastaba con que te invitara una buena amistad,
para disfrutar de los festejos de la munipalidad.

Señor Ordejón,
¿Donde se compran las entradas de callejón?,
porque el próximo año,
para que no me llamen tacaño,
invitaré a algún camarada,
a ver los toros donde la gente privilegiada,
porque el dinero y los c...ones,
son para las ocasiones.

En la plaza ese día,
el sol no brilla,
hay que cerrar la trampilla,
¡Vaya osadía!,
tener que reconocer,
sin "enrojecer",
que el "pastizal" invertido,
hace bien su cometido.

Tras los toros,
un chocolate con churros,
otra vez a la Plaza de los Leones,
a ver las actuaciones,
a bailar como un desposeso,
sin seso.

Esto me pierde,
y el alcalde se me pierde,
le dejo la noche tranquila,
para poderme tomar un tequila,
con mis amistades,
y olvidarme de estos "calamidades".

Casimiro os dá un consejo,
sin que frunzais el entrecejo,
es de sabios,
rectificar un día,
de necios,
cambiar cada día.

CONTINUARA.....


Saludos, de Casimiro.

pues otra vez mas , SUPERIOR, sin palabras esperando la proxima

saludos

olé, olé y oleeeeé....por la puerta grande, si señor.
CASIMIRO NUMBER ONE!!!

ya no se que decir, pues cada día alucino mas con tu manera de escribir¡¡¡¡¡¡¡¡ de nuevo grade, grande, grande. saludos

Borrado por su Autor.

Casimiro eres más pesado
que la puerta del bunker
por mini Tofi diseñado
para guardar su humilde autovil
uy que el chofer le han quitado.

Pobre Tofi, pobre Tofi
hace cola para entrar al cole
cabizbajo y avergonzado
repasa la lección
que después de tanto tiempo
ya no tiene memorizado
quien conquistó Ameríca
pues si señor profesor
fué Cristobal Colón.

Me ha gustado el poema,
mucho he aprendido,
por ti sé que "Ameríca",
Colón la ha descubierto,
gracias profesor,
no sé si de genética,
o vocación,
este humilde señor,
ante tus pies,
inclina su torrija,
quiero aprender de vos.

Desde hoy, tu humilde discípulo.