Illescas - Toledo

Una noche Illescana.

A través del cristal se podía observar una fina lluvia que lentamente iba humedeciendo el asfalto. Las luces de las farolas se reflejaban difuminadas en el suelo negro. La oscuridad de la noche era rota por las luces azules de un coche patrulla que se aproximaba a la casa con un nuevo detenido, de esos que se sienten fuertes cuando pegan a su mujer. Con el último sorbo a un café de máquina, vuelvo a conectarme a la realidad, durante un minuto era una de esas gotas de agua que caía desde lo alto de un lóbrego cielo.

Los gritos desgarradores se podían oír de una a otra punta de las instalaciones. Las victimas de un robo frustrado temblaban en sus asientos, con ojos asustados y la boca seca, mientras les tomaba declaración. Un testigo de los hechos al que otro compañero atendía en la oficina anexa, llamaba por teléfono a su mujer para decir que llegaría más tarde.

El maltratador detenido continuaba con sus gritos y amenazas, quería reventarse la cabeza contra las paredes del calabozo. Dos amigas de lo ajeno exigían su derecho a una llamada telefónica, en actitud desafiante, contagiadas por los gritos de su vecino de celda.
Dos patrullas regresan a base con urgencia, veo el azul de los prioritarios reflejándose en la pared. Tres delincuentes de largo expediente han sido sorprendidos antes de realizar una nueva fechoría. El teléfono no paraba de sonar, por la emisora los avisos no cesaban.

La lluvia arreciaba fuera, el agua formaba pequeños cauces que se unían en otros más caudalosos siguiendo la corriente y el relieve del terreno, arrastrando los sedimentos y llevándolos a otro lugar, a la misma velocidad que encauzamos cada situación, alrededor de las cuatro de la mañana conseguimos algo de calma, incluso los inquilinos permanecen reposando en fase R.E.M.

Tratando de abrir la chocolatina de sesenta céntimos que calme mi necesidad de azucares, exigencia de mi cerebro para seguir rigiendo a un nivel básico debido a la hora, escucho que me llaman, me giro, desde la puerta me hacen una señal, hay un hombre con cara de preocupación. La compañera se encuentra al teléfono y no puede atenderle, que hábil movimiento pienso, ni si quiera he oído que sonara.
Atiendo al caballero que me cuenta al borde del infarto con un teléfono móvil en la mano y el auricular del manos libres aún conectado a su oreja, que su prometida que reside en la capital de un país de Sudamérica ha sido asesinada mientras mantenía una conversación con ella, que ha escuchado como moría, que necesita mi ayuda.
Miro mi chocolatina todavía sin morder y pienso... esto es Rock and Roll. Bienvenido a Illescas.
Bitácora de servicio. DDB

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Parece la voz en "off" de Philip Marlowe.