Espinoso del Rey - Toledo

Cuando la crisis aprieta, el fenómeno de la inmigración se multiplica. Y en eso, España es experta. Por sus fronteras intentan entrar cada año de todas las formas posibles miles de subsaharianos, marroquíes, latinoamericanos o asiáticos. En colchonetas, cayucos, a nado, entre los ejes de los camiones o en forma de matrimonios concertados. Todo vale con tal de quedarse. Pero los tiempos han cambiado. La edad de oro que vivió este país hasta 2007, con un mercado de trabajo cuya demanda parecía imposible de satisfacer, lo convirtió en un destino predilecto para la inmigración. Prueba de ello es que cerca de un 45% de las altas registradas en la Seguridad Social por aquel entonces correspondieron a trabajadores foráneos. Ya no. Según un estudio de la oficina de Estadística Comunitaria (Eurostat), España supera ya en un 5% la media de inmigrantes sin trabajo con respecto al resto de los países de la UE.
En concreto, y según un informe publicado por la patronal de las grandes empresas de trabajo temporal Agett, el número de parados extranjeros casi se habría triplicado en los últimos tres años, al pasar de 380.000 a 1.095.300. Es decir, que el 65% de los parados extranjeros (715.300) se habrían generado durante la crisis y desde entonces no han parado de crecer. Las noticias tampoco son muy halagüeñas para los que sí tienen trabajo. El 58% de los nacidos fuera de España están contratados en puestos por debajo de su capacidad, teniendo en cuenta su preparación. Sin embargo, esta tasa baja hasta el 31% en el caso de los españoles. A nivel comunitario, las medidas son del 34% para los extranjeros y del 19% para los nacidos en la UE.
Esta encuesta, que toma como referencia inmigrantes de entre 25 y 54 años, también extrae la conclusión que uno de cada tres recién llegados a la UE sufre un riesgo de caer en la pobreza y la exclusión social. La estadística país por país señala, sin embargo, grandes diferencias respecto de los nacidos ya en suelo comunitario. Bélgica presentaba un índice de riesgo del 36% para los no nacidos en la UE frente al 13% para los nativos, una brecha que también se refleja en los datos de Suecia (32% frente al 10%), Grecia (45% a 23%) o Francia (34% contra el 14%). La razón de este descenso puede estar en los sectores donde más se emplea inmigrantes, que son el de los servicios (59%), la construcción (21%), la industria y la agricultura, (12% y 8%, respectivamente). Casualmente, entre los más castigados por la crisis.

(COPIADO)

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