PERDONAR SIN RENCOR No es fácil quizás olvidar las ofensas o los agravios que las personas puedan infringirnos, de hecho es precisamente contrario y desaconsejable el olvidar, ya que el olvido significa ceguera y significa no aprender de los significados de los acontecimientos sufridos o disfrutados de nuestro pasado. Pero ¿y perdonar? Perdonar casi siempre es posible, es bonito es vivificante y nos hace sentirnos vivos y seres que sabemos vivir las emociones positivas. ¿De qué depende perdonar? Primeramente de la gravedad del agravio, es más fácil perdonar una mentira que un insulto y así podemos enumerar un sinfín de circunstancias de las que mucho más fácil resulta el perdón en algunas que en otras. Probablemente si estás leyendo esto en estos momentos estarás pensando en tus circunstancias personales en las que te ha resultado más fácil el perdón que en otras. Las ofensas graves que lacran la autoimagen, que resultan difíciles de asumir como puede ser la tortura psicológica, física, en fin... la violencia para resumir, requiere para el perdón una toma de distancia temporal en la que se aconseja hacer una profunda reflexión sobre si será posible o no perdonar, pero nunca pasarlo por alto, nunca olvidar, puesto que hay ofensas y agravios que suponen un antes y un después en cualquier relación que puede ser peyorativo incluso continuarla. Cuando se atraviesan ciertos límites que jamás deben ser franqueados como son los ejemplos que de tortura psicológica y violencia psicológica, es mejor terminar para perdonar. Cada persona tiene un umbral diferente en su manera de perdonar, hay agravios que pasan por alto para algunas personas que simplemente no se dan ni por aludidas, y esos mismos agravios pueden herir profundamente a otras. Es así como es el ser humano y por tanto al conocer bien a la persona podremos saberlo y por tanto cuidarnos mucho sobre qué limite no podemos traspasar. Pensar en la susceptibilidad del otro. Y respetarlo también, lo contrario no es honesto, y esto debe quedar bien claro. No hemos nacido para cambiar a nadie, en todo caso para ayudarle a ver las cosas desde otras perspectivas, pero el tema de la susceptibilidad y del umbral ofensivo, es algo que siempre debemos respetar. Muchas veces, cuando nos encontramos bajo presión, o bien del estrés, o bien por causas bien conocidas por todos que nos hacen no estar en plenas facultades, son los momentos en que más riesgo existe de no poder controlar nuestras palabras, nuestros gestos y nuestra manera de comportarnos cortésmente y con educación y elegancia hacia los demás. Son momentos en que hay que poner desde aquí la atención en que es mejor no poner tensión, ya que podemos no controlar nuestros impulsos agresivos y podemos meter mucho la pata. Tal es así, que también es mejor no tomar decisiones trascendentales para la vida de uno. Pero sobre todo, y ahí es adónde voy, son momentos en que es mejor comunicar el estado de ánimo y no dejar al otro que lo adivine, porque son momentos de nervios en los que la agresividad está a flor de piel y son tantas ya las veces en que oímos "es que lo paga conmigo" "le va mal en el trabajo o en lo que sea y viene y me insulta a mi"..... Lamentable, pero cierto y es bastante frecuente. Es importante también no dejar nada dentro que pueda resolverse inmediatamente, el perdón es más fácil, cuando no hay un cumulo de circunstancias perdonables en nuestra memoria tanto intelectual como emocional. Así que puntualizar inmediatamente cuando hay algo que nos disgusta es un buen camino hacia el perdón, cuando el agravio requiere perdonar o abandonar, es decir, cuando es mayor. Los pequeños agravios y ofensas, han de ser inmediatamente solucionadas, sin sentirnos redentores por ello, ya que el ser humano no olvida y tiene una buena memoria emocional y cuando llega el temible momento de una ofensa en mayor grado, si hay pequeñas que no se han resuelto, es más difícil la solución. Una magnífica fórmula para conseguir perdonar sin rencor es lo primero perdonarse a uno mismo, muchas veces no podemos perdonar, porque a quien primeramente no perdonamos es a nosotros mismos y lo que hacemos es "proyectar" nuestra culpa en el otro sin darnos cuenta. Es como el amor, no se puede amar si no se parte de un profundo amor a uno mismo, pues lo mismo con el tema de perdonar, si comenzamos perdonándonos a nosotros mismo, luego nos resultara más fácil ponernos en la piel de el ofendido, para ver a un ser con miedo, más que a un terrible torturador y no sacaremos las cosas de quicio. ¿Porque perdonarnos a nosotros mismos? ¿De qué? Pues de todas y de cada una de las cosas de las que nos sintamos culpables, porque hay muchas veces que nos sentimos culpables o infringidores de ciertas leyes que existen en nuestro inconsciente más primario y que tendemos a proyectar en los demás. Son leyes inculcadas en nuestra infancia por nuestros padres o maestros que a lo mejor habrían podido ser válidas para ese entonces, pero que hoy día ya no nos sirven más que para machacarnos continuamente. Si sacamos hacia fuera esos sentimientos de culpabilidad tan desafortunados y lamentables y nos damos cuenta que son fórmulas ya caducas de una educación a la que fuimos sometidos, podremos abrir nuestra consciencia a la hora del perdón con mucha mayor fluidez, porque el perdón forma parte esencial de cualquier relación intensa, ya que el ser humano comete errores continuamente y proyecta sus propias inseguridades y miedos ofendiendo, y sobre todo desgraciadamente a las otras personas. Lo primero que debemos hacer es reconocer nuestro error y pedir perdón, tanto al prójimo y a nosotros mismos lo demás viene solo. Gracias por leerme luismgon
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