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España > Toledo > Escalona
03-12-09 23:21 #4040297
Por:C0RRELINDES

Nunca más
Se está hablando mucho últimamente de la necesidad de recuperar la memoria histórica: se ha celebrado un congreso recientemente en Barcelona sobre las prisiones del franquismo, hay varias asociaciones dedicadas a la «recuperación de la memoria», se han producido iniciativas parlamentarias en el mismo sentido, lo que nos da a entender que habíamos perdido nuestra memoria histórica, y eso es muy grave y peligroso, porque un pueblo sin memoria es un pueblo vacío; si no conocemos el pasado estamos condenados a repetirlo. Pero, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de memoria histórica? En una primera aproximación diremos que es conocer y valorar el pasado común.


Uno de los acontecimientos más trascendentales de la historia reciente de nuestro país es la Guerra Civil, oficialmente desarrollada desde 1936 hasta 1939, aunque para muchos españoles sólo acabó cuando Franco murió, pues hasta su último aliento se encargó de mantener vivo el «espíritu del 18 de julio», fecha de su sublevación contra la legalidad constitucional vigente en 1936. En toda guerra civil, que es un enfrentamiento cruel entre hermanos, se producen excesos sangrientos, lo que denominamos represión. Pues bien, la represión republicana, ejercida por el bando que defendía la legalidad y que había sido derrotado en la lucha, fue condenada, y las víctimas que provocó fueron consideradas mártires de la «Cruzada» (como nombraron los vencedores a su batalla contra la democracia) y enterrados muy cerca de aquí, en el Valle de los Caídos, que es todavía, en el año 2002, un homenaje exclusivo a los triunfadores de la guerra. Por el contrario, las víctimas de la represión franquista fueron silenciadas, como no podría ser de otro modo, por la dictadura de Franco, pero lo que ya no parece tan normal, en los 25 años transcurridos desde las primeras elecciones democráticas, es que tampoco recuperaron su sitio en la memoria oficial de la democracia.


La explicación oficial para justificar este silencio de las instituciones era no reabrir viejas heridas, no herir la sensibilidad de los vencedores de la guerra civil. El espíritu de la Transición supuso una serie de costes, entre los que destaca el silencio y el olvido de todas las víctimas provocadas por los sublevados. Éste fue el elevado precio pagado por la democracia a los herederos del régimen franquista para que no se levantaran de nuevo (recordemos el golpe de estado del 23 de febrero de 1981). Las víctimas de la represión franquista sufrieron una segunda derrota, una segunda frustración, con la llegada de la democracia, pues al silencio impuesto por la dictadura le siguió el silencio impuesto por la Transición.


Los familiares de las víctimas han tenido que soportar todo tipo de vejaciones y humillaciones durante la dictadura, algo consustancial a un régimen autoritario, pero con la democracia no han llegado a resarcirse con, al menos, la satisfacción de ver reconocidos a sus muertos como lo que eran: defensores de la libertad contra el fascismo, como sucede en la actualidad con las víctimas provocadas por el terrorismo de ETA, a las que se les reconoce como defensores de la libertad. Durante la guerra y los cuarenta años de dictadura implantada por los vencedores hubo multitud de luchadores que pagaron con su vida la defensa de la libertad y todavía en veinticinco años de democracia no se les ha otorgado el reconocimiento que merecen. Sus familiares quieren recuperar sus cuerpos, todavía sepultados donde los dejaron sus verdugos: cunetas, pinares, barrancos, etc.; tienen que procurarse los medios y pagarlos de su propio bolsillo para lograrlo, porque el Estado hasta ahora ha eludido su responsabilidad. Por fin, el pasado 20 de noviembre el Congreso aprobó, por unanimidad, la condena del golpe de estado del 18 de julio y la rehabilitación de los defensores de la República, lo que supone que el Estado se hará cargo de los costes de las exhumaciones, como era de justicia.


La página negra de nuestra historia reciente, la represión franquista, hay que pasarla definitivamente, pero, antes debemos escribirla y leerla, puesto que el conocimiento de nuestro pasado es fundamental para profundizar en la convivencia democrática, basada en la superación de viejos tabúes y en el respeto al pensamiento discrepante.









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Puntos:
03-12-09 23:37 #4040514 -> 4040297
Por:C0RRELINDES

RE: Nunca más
exclusivamente material propagandístico. En 1938 Franco llegó a decir que la horda marxista había asesinado a 470.000 españoles y hasta los 70 los vencedores ocultaron la mortandad que causaron. En 1974 Ricardo de La Cierva admitió que pudo haber 8.000 asesinatos.

Hasta aquí, sólo propaganda.


Terror "rojo". Concluida la Guerra Civil, los vencedores trataron de apoyar en datos las cifras propagandísticas. Así se puso en marcha la Causa General en la que, provincia por provincia, se buscó a las víctimas del terror republicano. Como se suponía que habían sido cientos de miles, hubo una decepción general al contabilizar los muertos obtenidos. Balance final: unos 80.000 muertos.

La investigación de Ramón Salas Larrazábal bajaba la cifra de la represión republicana a 72.342 personas. Años después, Ángel David Martín rebaja las víctimas de la República a unas 60.000. Y dos años más tarde un equipo de investigadores coordinado por Santos Juliá redujo el número a 55.000, cantidad que los historiadores toman por aproximada.


Terror "blanco". El estudio más reciente, hecho pueblo a pueblo en 24 provincias completas y en cinco parciales, arroja 78.949 muertos. Si se extrapolan a todo el país, podrían ser 130.000 los asesinados por el bando nacional (90.000 durante la guerra, 40.000 en la posguerra).


Más geografía, más tiempo. Las diferencias entre ambas represiones tienen una explicación: a partir de 1938 la republicana sólo se podía ejercer sobre la mitad de la Península y se terminó en marzo de 1939. Los vencedores dominaron mayor espacio a partir de 1937 y mantuvieron una durísima venganza durante toda la década de los 40.



Puntos:
03-12-09 23:59 #4040804 -> 4040514
Por:C0RRELINDES

RE: Nunca más
Habida cuenta de que fue allí donde se asesinó a Federico García Lorca, de la represión en Granada, donde «el suelo se tiñó literalmente de sangre», se sabe más que de la puesta en marcha en Melilla, en Málaga o en Toledo.

Allí, las cuerdas de asesinos se hacían llamar Escuadra Negra, Defensa Armada, Españoles Patriotas. «Era frecuente que se dirigieran al cementerio, en cuyas tapias fusilaban», escribe Rafael Torres. «Estas víctimas, a diferencia de las enviadas desde la cárcel, que eran asesinadas por pelotones compuestos por falangistas, guardias civiles y voluntarios al mando de un oficial del Ejército, no llevaban tarjeta de identificación, que se colocaba en sus bolsillos al salir de prisión, y que no podían tocar pues llevaban las manos atadas a la espalda.
Así pues, los centenares o miles de paseados por las escuadras negras eran enterrados en fosas comunes sin identificar, sumándose así al enorme número de desaparecidos que generó el terror fascista en Granada».


Fueron tantos los cadáveres que los matarifes abandonaban en el cementerio, que el guarda acabó volviéndose loco y hubo de ser llevado al manicomio, «para no volver jamás». «Su casa, en la portería -situada a la entrada del cementerio- le resultaba intolerable», escribe la escritora norteamericana Helen Nicholson, quien en el verano del 36 pasaba sus vacaciones en el camino que llevaba a la necrópolis y hoy es una de las fuentes documentales de Torres. «No podía evitar oír los tiros y a veces otros sonidos -los lamentos y quejidos de los agonizantes- que hacían de su vida una pesadilla».


Decía Robespierre que las revoluciones, para serlo, necesitan sangre. En España su teoría se verificó con creces. «La actuación salvaje, desmesurada y brutal de los golpistas provocó, a su vez, la ciega furia de las masas».


Las checas que proliferaron en Madrid, las sacas y los paseados que nunca volvieron, los fusilados en Paracuellos del Jarama también tienen su merecido lugar en esta memoria del horror.En calidad, la barbarie revolucionaria no desmereció a la fascista: se mató, se torturó y se ultrajó a mujeres con la misma saña en ambos bandos. En cantidad, según Torres, la cosa fue muy diferente: «En la zona rebelde el número de asesinados triplica a los habidos en la zona gubernamental». Recuerda también que los asesinados por el terror revolucionario pudieron ser buscados por sus familiares cuando acabó la guerra y que fueron venerados como mártires por los vencedores.
Bien distinto fue el caso de la carne de cañón de ambos bandos, materialmente imposible de reconocer, a la que Torres recuerda bajo el epígrafe de Carne rota. Sus testimonios en estas páginas son los diarios de dos enfermeras voluntarias. Una de ellas, María Eloína de Carrandera, destinada en un hospital habilitado en el casino de la madrileña calle de Alcalá, que acabaría por desaparecer ella misma durante un bombardeo, escribe refiriéndose al 11 de noviembre de 1936: «Uno de los nuevos muere en seguida, sin identificar siquiera, con la cabeza casi deshecha. Se le fue apagando la respiración, aquella tan veloz que traía, y ya está. No bajé la ficha a la oficina porque ni siquiera la tenía».


La otra enfermera que el autor trae a colación es Priscilla Scott-Ellis, esposa de José Luis de Vilallonga, una aristócrata inglesa que atendía a los franquistas. Destinada en un hospital de Teruel, su relato, referido a la muerte de un soldado, es igualmente estremecedor: «Miramos en sus bolsillos si había alguna dirección para escribir pero sólo encontramos una patética carta de su prometida diciendo (...) que le permitían casarse con él cuando volviera de la guerra (...). Como no había dirección no podemos escribir para contarle lo que ha pasado. Había prisa para empezar a operar a otro y el capitán pidió que se lo llevaran cuando el hombre aún vivía. Supongamos que volviera en sí y se encontrara rodeado de cadáveres o sepultado vivo».



Puntos:
04-12-09 08:35 #4041793 -> 4040804
Por:pcr

RE: Nunca más


Es bueno conocer la histora, pero no es bueno vivir con rencor, ambos, tanto unos como otros cometieron barbaridades.

Yo conocí a una persona que se volvió loca porque todos los días iban republicanos exigiéndole una cantidad de dinero amenazando con matarle si no se lo daba.

¿Vosotros pensáis que hubiera sido distinto si la guerra la hubiesen ganado los republicanos?.

Quizá hubiesen acabado hasta con las semillas de cualquiera que pudiese ser "nacional", o quizá no.

Vamos a ser sensatos, a conocer la historia, pero nosotros no somos culpables de lo que pasó, sí lo somos de lo que está pasando, así que vamos a intentar que se pueda escribir una gran historia, sin rencores ni violencia en el siglo XXI.

Dejemos descansar en paz a los muertos, con placa o sin placa, pero en paz, cada uno luchó por sus ideales, pero debemos tener claro que fue una barbarie que no debe repetirse.
Puntos:
04-12-09 09:59 #4042331 -> 4041793
Por:luismgon

RE: Nunca más
Quiero agradecer la información muy detallada de (CORRELINDES), pues esta muy lograda y lamentablemente es verdad, pero a la misma vez quiero también agradecer la reflexión que pone a continuación (pcr) pues hay que intentar olvidar el pasado, ya se que resulta muy difícil, pero claro esta que los errores cometidos anteriormente, no tenemos porque pagarlos nosotros ni tampoco generar odio entre nuestros hijos y nietos.

En todas las guerras, ya sea por un bando u otro siempre se cometen barbaridades, humillaciones, crueldades… etc. Por ello en pleno siglo XXI no debemos de cometer los mismos errores que cometieron ellos, porque si de errores hablamos se podría comentar los acaecidos en el medievo, quizás también nos pondrían los pelos de punta, llámese las cruzadas, llámese templarios, llámese la conquista de América…etc.

Por todo ello hoy debemos de ser mas conscientes de nuestros actos y no crear enemistades, porque todo esto conlleva a una enfrentación verbal al principio y después armada, (creo yo que no queremos esto para nuestros hijos y nietos), se pueden tener disputas, no estar de acuerdo con el gobierno, con la oposición, pero jamás sembrar ningún grano que nos de cómo fruto una guerra, pues de esta forma solo nos conllevaría a lamentar el resultado, es mejor que las disputas sean a través de la Política, pero que jamás nos veamos obligados a disparar ninguna bala, porque si no demostraríamos que estamos retrocediendo en el tiempo y que no hemos aprendido la lección y no nos hemos desarrollado como personas civilizadas del siglo XXI.

Creo que la mayoría de nosotros hemos perdido familiares en ambos lados, pero por ello creo que hemos aprendido y sabemos superar los enfrentamientos, hoy sabemos solucionar los problemas sin tener que recurrir a la fuerza, seria lamentable enfocárselo de otra forma…¿No creéis?

Gracias por leerme
luismgon
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