Versos - El vencejo ¿Por qué pasé por allí si nadie me lo pidió? Algo en mi vida cambió desde entonces ¡ay de mí! Voy a explicar el porqué de ese cambio repentino, que aunque quiera no domino porque no puedo, ni sé. Estoy sensibilizado en grado que no me gusta y que incluso hasta me asusta, en el que nunca había estado y todo porque una tarde en que salí de paseo paré mis pasos, pues veo a un gato que hacía un alarde de su extremada fiereza, dispuesto a dar un gran salto y consumar el asalto para engullir a su pieza, que era un pequeño vencejo que se cayó en mala hora y que se encontraba ahora lejos de llegar a viejo. Antes de saltar el gato cojo una piedra del suelo, la tiro hacia el ladronzuelo y por poco si lo mato. El pobre pájaro estaba titilando por entero, añorando el agujero donde antes se encontraba. Apenas unos plumones salían de su pellejo, un muy débil aparejo para tapar sus riñones. Lo cogí con gran cuidado y en mi mano parecía que su corazón latía grandemente acelerado. Lo acurruqué contra mí en un deseo paternal y aunque parezca trivial mucha ternura sentí. Entonces mis pensamientos me transportaban muy lejos y decían que parejos habrá por los cuatro vientos otros seres desvalidos tan privados de fortuna, que no gozan de ninguna dedicación, por olvidos. Puse al pájaro en su nido y aunque esto me alegraba ya por siempre se grababa en mí lo que había sentido. Ahora, como acto reflejo, solamente ver un ave me supone ver en clave la desnudez del vencejo. ¡Pienso que habrá tanto niño como el pobre pajarillo! Miramos por el rabillo, pero nadie le hace un guiño. Me remuerde la conciencia, ¿pero qué puedo yo hacer? Ojalá pudiera ser de mi exclusiva incumbencia la tarea de acabarlo, que lo haría con toda urgencia, poniendo a toda la ciencia a estudiar para lograrlo. Cristino Vidal Benavente. |