Versos - Recordando la Fuente de Arriba Ponderábamos la fuente hasta el punto de creer que otra igual no pudo haber, pues era muy diferente el agua que ella nos daba y que pensábamos pura, con agradable frescura y a todo el mundo encantaba. Los garbanzos ablandaba decíamos que tan bien, que no hubo en el pueblo quien no creyó si los probaba. Fuese o no fuese verdad, la gente se lo creía hasta el punto que la hacía gozar de notoriedad. Con tal fuerza descargaba en la pileta los chorros, que le empapaba los morros a quien a ella se acercaba a beber su agua fresquita, que hasta a gloria nos sabía y seguramente habría a quien pareció bendita. También era conocida por ser disculpa y no poca de la moza que está loca por encontrar la salida de soltería que tiene y con cántaro al cuadril sobre la bata o mandil, va hasta allí, pues la conviene que por la calle la vean a ver si un chico se acerca y aunque al principio es muy terca pareciendo que pelean, finalmente cae rendida por gusto o aburrimiento y aunque el proceso es muy lento, ya se ve comprometida. El novio que ya está al quite, el encontradizo se hace y como le satisface, todas las tardes repite, así que todos los días sin que falte uno siquiera, se ven por la carretera a “las luces encendías”, que era la hora del rito (cuando el toque de “oraciones”) y palabras a montones pero siempre muy quedito, que eran las firmes promesas hechas con gran ilusión saliendo del corazón, porque en él estaban presas. Ahora que lo estoy diciendo agua me sale a los ojos y hasta siento los sonrojos que pasaba pretendiendo decir algo interesante, pero lo que construía tan bonito, se caía en solamente un instante. Qué tiempos aquéllos, Dios, cómo los tengo clavados y no serán olvidados porque me siguen en pos. Conmigo el recuerdo iba desde entonces en mi mente; el recuerdo de la fuente que llamamos la de arriba. Cristino Vidal Benavente. |