Versos -El venero Un venero conocía que agua fresca y limpia daba, a borbotones manaba y en todo tiempo corría. Entre juncos afloraba y un remanso detenía el agua cuando salía y después lenta bajaba por el valle jugueteando hasta llegar al arroyo, donde había horadado un hoyo que terminaba cegando. Antes, un cañaveral con sus aguas se regaba y un ruiseñor anidaba en medio del matorral. Me escondía en primavera en unos chopos vecinos, para gozar con sus trinos cuidando que no me viera. En el charco de la fuente muchas veces pude ver a las perdices beber desde un árbol que había enfrente. Llegaban en las mañanas y también al mediodía, cuando el sol fuerte caía y se bañaban con ganas, sacudiéndose más tarde una vez se refrescaban y a la sombra descansaban cuando el sol está que arde. Me gustaba contemplarlas y casi no me movía, ya que por nada quería que pudiera molestarlas. Pero llegó la sequía y el venero ya no mana y aunque voy cada mañana, ya no veo lo que veía. Cristino Vidal Benavente. |