Versos - El ídolo En un pueblito pequeño, ni cercano ni lejano, sucedió que en un verano se iba a cumplir un gran sueño y es que un jugador famoso de fútbol, iba a llegar al pueblo a pelotear en un detalle harto hermoso con los niños de la escuela, así que llegado el día el pueblo se dirigía en masa corre que vuela, pues la cita era a las diez y tantos chavales son, que una manifestación se dirige allí a la vez. Había tres que faltaban, que un poco lejos vivían y muy corriendo venían creyendo que no llegaban. Cuando una curva pasaron vieron un coche volcado y un señor ensangrentado, pero ellos continuaron. Mas de pronto dijo uno: debiéramos ayudar a este señor a llegar, que lo creo más oportuno, pero entonces los restantes no le hicieron mucho caso y apretaron más el paso para llegar cuanto antes, que ellos no iban a faltar cuando el ídolo llegara y una foto se tomara con todos no más llegar. El otro chico no duda, hacia el herido regresa y en su estado se interesa ofreciéndole su ayuda. La sangre que ya está espesa le limpia con el pañuelo y por poco cae al suelo por culpa de la sorpresa y es que ve que aquella cara pertenece al futbolista al que la gente ya lista esperaba a que llegara. El ídolo se recobra y le cuenta que ha tenido un peligroso vahído, pero siente que de sobra puede continuar el camino y pide su compañía, para servirle de guía y llegar a su destino. El muchacho muy contento dice que estará encantado, pues el llegar a su lado es terminación de cuento. Llegan los dos al lugar y el futbolista relata lo sucedido y desata una alegría sin par, señalando al chico aquél al que da un abrazo fuerte que a su bienhechor convierte en ídolo, que no a él. Creo que fue una buena acción y como tal considero; la obligación es primero y después la devoción. Cristino Vidal Benavente. |