Cosas del pueblo - Carpeñadas No sé si ya había colocado esto, pero por si acaso no, aquí va: Viá contar lo c’ocurría en tos estos andurriales c’aunque los haiga mu iguales entigual no nos pacía. Ya no llueve cagon’tal como jarreaba endenantes que las nubes, tan campantes, se van por la cañá real hacia el mesmo Talavera, soltando la cachapá en l’arroyo Cena y va la jodía comenenciera a cometer la tontuna d’irse pa l’Extremadura, aonde acaba su andaúra sin hacer falta denguna. Yo nunca vide tadía c’una nube nos trujera agua pa la sementera que mu trempano s’hacía, Antes los borricos iban a por leña al otro lao, pero eso ya s’acabao, pues las cargas que traiban no valdríen ya de na, pues no hay lumbres como antaño, ya que lo que priva hogaño es tener letrecidá. S’han perdío muchas costumbres mas lo qu’echo más de menos son los cocidos tan güenos que s’hacían en las lumbres. Jarvabas en las cenizas, enterrabas la morcilla, aguardabas en la silla y cuando s’había hecho trizas ibas con las estenazas la sacabas y p’adentro haciendo mu buen encuentro con el pan de las hogazas. Ni siquiá un güevo freíto se podía entonces comer, na más lo podían hacer los q’iban en el machito., q’eran los cuatro ricachos que tenían toas las perras, como amos de toas las tierras y los demás con gazpachos. M’acuerdo que el día Los Santos s’hacían las roscas de churros y fijarsus si eran burros q’había quien se metía tantos c’acababa gomitando que p’acía que nos se iba aunc’alguna lavativa los acababa curando. Pues anda qu’el día Santiago de tostones y alcagüetas, mostachones y galletas, rematando con un trago d’aquella limoná c’hubo que l’hacían en ca taberna, bebiendo to aquel c’alterna y que l’hacía por un tubo. Y y’alpié de la glorieta venían tos a refrescar y el tío “panes” a rozar el limón p’al que le peta, aunque le petaba a tos, q’era casi obligación y acudíamos a montón unos tras otros en pos. Cuando alguien l’aspichaba dábamos la cabezá y se decía ¿quién cairá? que d’eso naide escapaba. En verano la cebá, en invierno l’acetuna y n´había duda d’enguna sementera en la toñá. Ahora no sé quién seríe el que dijo ya sus vais d’aquí qu’estorbando estáis y que naide me las píe. El dios que t’abatanó oíba decir a otro tipo, que si t’atrapo t’estripo, la madre que te cagó. So moldes, irsus d’aquí voceaban las vecinas; no íbamos tan aínas aunque p’aciera que sí. Te ponías en el frogón cuando te vías arrecío y dabas un regotrío endispués d’un buen sopón. Y en haciendo mala orilla en la lumbre t’agarbabas y bien trempano cenabas y endispués con la rodilla te limpiabas los hocicos ya c’agua n’había pa to y más d’uno l’espichó con el riñón hecho añicos. Teníamos ca tontolbolo que si quiero los destapo pa que se toquen el papo, pero callo y me controlo. Así fueron, grosso modo, las cosas que aquí pasaban y entre nosotros quedaban formando parte del todo de la herencia recibida y que hemos de asimilar, procurando no olvidar llevándola de por vida. Cristino Vidal Benavente. |