Cosas del pueblo - Paradógico Carpio No nos merecemos este pueblo nuestro por más que gritemos a diestro y siniestro que aquí hemos nacido, pues grande nos viene la fama que tiene de noble y sufrido. Menester sería ponerse a su altura y con valentía, trabajo y cordura, tratar de llegar hasta sus niveles y gozar las mieles de estar a su par. Inspira pasiones a veces contrarias, no sé qué razones, ni si una ni varias tendrá para hacerlo y si le abominas, al final terminas por enaltecerlo. Dispone de alguna magia que no vemos y es que en esta cuna en donde nacemos, todo lo sentimos más de lo normal y eso es por lo cual más nos distinguimos. Cuando hablamos de él es con improperios y de forma cruel, sin grandes criterios la culpa le echamos de todos los males, falsos o reales por los que pasamos. El pueblo perdona nuestros malos modos, mas si una persona que hable por los codos a aquél ofendiera, que es donde ha vivido, por un malnacido se le conociera. Aislados vivimos un montón de años y nunca tuvimos contactos extraños y así, diferentes, nos hemos criado, habiendo heredado lo de nuestras gentes. El pueblo nos llama como una sirena, luego con su flama el alma nos llena de este ardor carpeño que en las venas corre y a que no se borre pone gran empeño. Creo no somos dignos del pueblo en que estamos, pues no veo los signos en que le ofrezcamos lo que a él pertenece y que ahora concreto: amor y respeto, que es lo que merece. Tengo yo clavado aquí en mi retina a este pueblo amado que mi alma ilumina, pero también tengo aquí en mis oídos sus sonoros ruidos cada vez que vengo. Si algo malo tiene el Carpio de Tajo de su gente viene, pues del cielo abajo por más que se hable, de lo malo y bueno que esconda en su seno la gente es culpable. Cristino Vidal Benavente. |