ANÉCDOTAS CARPEÑAS - EL TÍO VALENCIA El tío Valencia era un guarda muy locuaz y bien mandado, que estaba en el otro lado con su gramática parda. De una labranza hacia otra se tenía que desplazar, por lo que se fue a ensillar a su fiel y blanca potra. Cuando ya pronto salía el dueño de la labranza que era de buena crianza un gran favor le pedía. Lleva esta talega a Luís que es algo que prometí hace tiempo y ahora sí lo recibirá en un tris. La talega contenía tres perdices y una esquela y con ella el guarda vuela por la prisa que tenía. Mas el hambre le apretó y sin dudarlo un momento, para acabar el tormento una perdiz se comió. De esta manera, este tío con el hambre que traía con magia, fácil, hacía una pareja de un trío. Con mucho comedimiento agarró aquella talega y al mismo Luís se la entrega sin ningún remordimiento. Luís ve despacio la esquela y comprende que hay engaño, pues es por demás extraño y la mentira no cuela. Al comprobar el desliz se armó de mucha paciencia y le dijo al tío Valencia que faltaba una perdiz. La nota dice que tres y me entregas dos tan sólo; se necesita ser bolo si lo que digo no ves. A ver, pues si tres me dices yo te concedo razón y seguro que eso son, es decir, son tres perdices. Olvida tu desparpajo, sólo hay dos, según has visto y creo que si no ando listo me las quitas ¡qué carajo¡. Pues dos son las que te di como tu me reconoces así que sobran las voces, pues las estoy viendo ahí. Y es muy fácil de entender que si dos dices que han sido en eso no contradigo como acabamos de ver. Pero Luís nunca entendió y no tuvo más remedio que claudicar por el tedio y el tío Valencia ganó. A lo que Luís reclamaba el tío Valencia asentía y mil veces repetía que razón no le faltaba. Así siguieron un rato con la cabezonería que el tío Valencia ponía, dándole por liebre gato. Ya loco con el estrés que Luís estaba sufriendo salió de naja diciendo: ni dos, ni tres, ni al revés. Cristino Vidal Benavente. |