ANÉCDOTAS CARPEÑAS - ANDREÍNA A partir de hoy, voy a ir poniendo anécdotas de gente de este pueblo hechas en verso, pues las tengo archivadas y si las escribí es para que se leyeran y creo que éste es el lugar más oportuno. Todas ellas son verídicas y comprobables, pues hay mucha gente que las habrá oído en alguna ocasión; son parte de nuestra historia y como tal, nos pertenecen a todos. Comienzo con Andreína, mi cuñada. ANDREINA Andreína, mi cuñada, me cuenta sus aventuras que fueron las travesuras de su época pasada. Y aquí las voy a escribir, aunque sólo ponga alguna; la que vea con más fortuna para podernos reír. Muchas cosas le han pasado que son dignas de contar, pero tengo que abreviar para no caer cansado. La primera es como sigue: que la que hoy es churrera a su madre desespera, pues con ella no consigue que pruebe un triste bocado y flaca se va a quedar, que entonces más que engordar era lo más desgraciado. Y se dirige a Andreína a ver si consigue hacer algo que la haga comer de manera repentina. Andreína de su casa saca una vieja mimbrera va y se la encasqueta entera y se va donde Tomasa. Y con sábana se tapa encima de la cabeza y dando gritos empieza, va a esconderse y se agazapa. Y la niña que está al pie no demuestra ningún miedo y parece que ni un bledo la importa cuando la ve. Así que Andreína sale de la casa de Tomasa y se echa a reír con guasa porque su disfraz no vale. Pero al salir por la puerta caminando ya sin prisa otra Andreína, la Ortisa, ve a su tocaya cubierta con una sábana blanca y a poco le da un telele, pues un fantasma se huele y a toda prisa se arranca y va volando a su casa igual que una exhalación, le da un vuelco el corazón y toda la noche pasa entre sofoco y sofoco y Andreína mi cuñada se va ya de madrugada para descansar un poco pues también la había afectado lo que a la otra Andreína de forma tan peregrina el susto que la había dado. Cristino Vidal Benavente. |