VERSOS - EL ABUELO Vengo a ver si se mueve algo más el foro, que lo veo anquilosado y si los administradores se dan cuenta de que hay telarañas, es probable que nos lo cierren. No hace falta que me deis las gracias, pues lo hago con mucho gusto. A mandar. Eras una institución y ahora no eres casi nada, que de persona admirada pasaste a ser del montón y encima un favor te hago calificándote así, pues si te pregunto a ti me dirás que es un halago, pues cada vez pintas menos en tu familia que antes, que sólo hirientes desplantes de ellos recibes y llenos de indiferencia y desprecio, pues lo que digas o hagas de todos modos lo pagas a un innoble e injusto precio. Recuerdas cuando eras niño, que al abuelo se miraba con respeto y se esperaba con inefable cariño a recibir cual sentencia su opinión de cualquier cosa, ya que siempre era una hermosa demostración de sapiencia. Si había una discusión su arbitrio todos pedían, ya que de sobra sabían que era amo de la razón. Si alguien tenía una duda que resolver no podía, hasta el abuelo acudía solicitando su ayuda, que éste prestaba encantado y le subía la moral, cosa que ya no es igual por no ser solicitado. Si decía que iba a llover y después ya no llovía, toda la culpa tenía aquella nube al no hacer lo que el abuelo había dicho y tan seguros estaban, que toda la culpa echaban a la nube y su capricho. Incluso ante aquel retrato que de tu abuelo había en casa, la familia entera pasa con deferencia y acato, que parece que miraba fijamente a todo el mundo con un mirar tan profundo que hasta el alma penetraba. El mejor sitio en la mesa siempre era para el abuelo y se armaba gran revuelo cuando a los nietos les besa, que acudían en tropel los chiquillos y chiquillas a sentarse en sus rodillas para estar cerca de él. Escucharle era delicia si se ponía a contar cuentos, que de ellos sabía a cientos desde Pinocho hasta Alicia. Cumplió bien con su papel, mas si nadie lo remedia ya no hará de enciclopedia, pues nadie confía en él. Aquella imagen altiva que antaño nos transmitía con estrépito caía carente de alternativa. Aquello se terminó y para el recuerdo queda, que lo recuerde el que pueda si talmente lo vivió. Ojalá que haya un rebrote convertido en esperanza y veamos a Sancho Panza abrazado a Don Quijote. Aquel otro tiempo era que ya pasó a mejor vida; ahora al abuelo se olvida en una gasolinera. Hay que rasgarse los velos para poder darnos cuenta que a los sesenta o noventa todos seremos abuelos y nos tratarán después como nosotros tratemos, así es mejor que pensemos en nuestro propio interés. Cristino Vidasl Benavente. |