Para protegerse o para ahorrar recursos, se construye una presa. Pronto, sin embargo, las aguas se vuelven malsanas y pestilentes. Sólo las formas de vida más viles pueden vivir así en aguas estancadas; nada se mueve en ellas, todo el comercio se detiene. Hay que destruir la presa. Cuando el agua mana y corre, genera abundancia, riqueza y poder en circulos cada vez mayores. El río debe correr periódicamente para que lo bueno florezca.
El gran hombre que es un avaro es también un gran estúpido, y un hombre en una posición elevada no puede tener un vicio tan perjudicial como la avaricia. Un avaro no puede conquistar ni tierras ni señoríos, porque no cuenta con una buena provisión de amigos que le ayuden a conseguir su deseo. Cualquiera que quiera tener amigos no debe apegarse a sus posesiones, sino atraer amigos por medio de regalos generosos; porqué de la misma manera que el imán atrae sutílmente el hierro, igualmente el oro y la plata que regala un hombre atrae los corazones de otros.
(Romance de la Rosa, Guillermo de Lorris. h. 1200-123
