VERSOS - EL PLACER DE LAS OLAS La ola llegaba y mis pies besaba y luego partía buscando a otra gente, siempre diligente y después volvía una y otra vez con gran languidez y cresta ondulada, lavando la arena, que, de espuma llena, quedaba en la nada. Las horas pasaban, las olas llegaban; quiero recordarlo que yo no podía irme, pues sería dejar de gozarlo. Oía el sonido, ininterrumpido y sordo, al romper y mis pies y ellas hacían mis huellas grandes al crecer. En mi piel sentía cómo me lamía, dándome un placer tan dulce e intenso, que cuando lo pienso lo vuelvo a tener. Suerte que la ola nunca venga sola, pues gracias a Dios no sientes la pena que muera en la arena, que otra viene en pos. Y así eternamente ha estado presente y seguirá estando. Es una delicia su dulce caricia, que estoy recordando. Cristino Vidal Benavente.
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