Los regalos secretos de Correa (Ignacio Escolar) El tesorero del PP, Luis Bárcenas, aún no ha declarado ante ningún juez, pues todavía no ha sido imputado. Pero cuando lo haga piensa confesar al menos dos cosas. La primera, que el principal acusado en la trama de corrupción que investiga Garzón, su amigo Francisco Correa, le regaló unos gemelos de oro. Y que él los aceptó. La segunda, que Francisco Correa le regaló un viaje a Nueva York para dos personas. Y que él también lo aceptó. “Cuando recibió esos regalos, consultó en Génova si era pertinente quedarse con ellos y se le dijo que sí las dos veces”, asegura una fuente del PP. “Los gemelos de oro no eran muy caros y Correa ofreció a Bárcenas el viaje a Nueva York como una oportunidad inesperada, con el argumento de que una pareja se había descolgado en el último momento de un vuelo que montaba una de sus empresas”, afirma la misma fuente. Bárcenas no fue el primero en el PP que obtuvo generosos obsequios de Francisco Correa, ni tampoco el único que preguntó sobre la conveniencia de aceptarlos. Javier Arenas también recibió de Correa un reloj de pulsera, “de acero, pero de una buena marca, valorado en unas 250.000 pesetas”. También preguntó si podía aceptarlo. También le respondieron que sí. Eran los tiempos previos al euro en los que Correa era de la familia y montaba todos los actos del partido, los años de Aznar. “La relación más estrecha la tenía con Luis Bárcenas, que entonces era el gerente, el que se ocupaba de contratar los viajes o los escenarios de los mítines. Pero Correa hablaba con todos e intentaba agradar a todos”, asegura un miembro de la actual dirección del PP. Luis Bárcenas se puso a buscar un buen abogado el mismo día en el que el nombre de Paco Correa apareció por primera vez en los papeles, hace ya tres semanas. Aquel 6 de febrero, tras las primeras detenciones de la operación Gürtel, el tesorero del PP aún no tenía la certeza de que su nombre estaría en el sumario que instruye el juez Garzón. Pero sí la sospecha de que su relación de amistad con Correa, con el que ha llegado incluso a veranear en familia, le traería problemas. Mariano Rajoy desconfiaba de Correa y su gente, pero no de Luis Bárcenas, al que años después, en el congreso de Valencia del pasado junio, ascendió de gerente a tesorero, en sustitución de su mentor, Álvaro Lapuerta. Rajoy hoy sigue confiando en él, en su honorabilidad. Pero que su nombre aparezca en el sumario del caso Gürtel le ha cambiado el paso en su guerra por el liderazgo del PP. Aunque para que Rajoy siga en el partido tiene antes que ganar un match point, el que hoy se juega en Galicia. Para Rajoy el resultado de las gallegas es todo o nada. “Si logramos la mayoría absoluta, podrá ser el candidato en el 2012 si él lo desea”, reconoce un crítico con el actual líder del PP. ¿Y si Feijóo pierde? Al día siguiente volverá la guerra por el poder en el PP, aunque esta vez no será Esperanza Aguirre, muy tocada, la que lidere la revuelta. Un importante grupo de diputados, la vieja guardia, tiene ya escrito un manifiesto para pedir “la regeneración del PP”: un congreso extraordinario o la vuelta de José María Aznar para refundar el partido al modo en el que lo hizo Fraga tras el fracaso de Hernández Mancha. Son los sospechosos habituales, los que comparten pasillo en una zona de despachos del Congreso a la que en el propio Grupo Popular llaman “el valle de los caídos”: Juan Costa, Carlos Aragonés, Ángel Acebes, Cayetana Álvarez de Toledo, Vicente Martínez Pujalte… Entre los partidarios de Rajoy también preocupan los nuevos movimientos de Rodrigo Rato. Su decisión de acudir hoy a Euskadi como interventor en las elecciones ha obligado a Javier Arenas y a María Dolores de Cospedal a seguir su ejemplo para no dejarle solo en el papel del héroe. Pero los críticos con Rajoy no son los únicos que se mueven de cara a la próxima semana. Sus partidarios también preparan las espadas para el otro panorama, ese donde se cumplen los buenos presagios para el PP de las últimas encuestas, Rajoy recupera Galicia y puede cobrar las facturas pendientes. El primer objetivo es Esperanza Aguirre, tocada por muchos frentes: por la trama de Correa, por la de los espías, por las sospechosas adjudicaciones de Ignacio González y por la curiosa forma con la que Francisco Granados redecora su vida con una mansión en Valdemoro. Varios de los cargos del PP que han sido espiados por personas a sueldo de la Comunidad de Madrid también se mueven por su cuenta. Están decepcionados por esa tomadura de pelo llamada comisión de investigación de la Asamblea de Madrid. No se les ha citado siquiera a declarar y tampoco han recibido ni una llamada por parte del equipo de Aguirre, que no acepta más espionaje que las fotos a Ignacio González en Colombia, por lo que estudian otras vías para aclarar el caso. No descartan incluso denunciar el espionaje en un juzgado. A Rajoy, la presión sobre Aguirre, que había preparado para después de las vascas y gallegas, se le ha complicado. La imputación de Bárcenas, sus inoportunos regalos y las conversaciones grabadas a Correa le impiden ahora forzar la dimisión del consejero de Interior de Aguirre, Francisco Granados, y de su vicepresidente, Ignacio González, pues también tendría que entregar la cabeza de Bárcenas y una pieza mucho más importante: Francisco Camps. Al presidente valenciano, un regalo de 30.000 euros en trajes le puede costar el puesto. No sería la primera vez que pasa. Tanto Aguirre como Camps deberían tener muy presente un nombre: José Marco. Fue presidente de Aragón por el PSOE a mediados de la pasada década y tuvo que dimitir por dos escándalos: por espiar a sus rivales políticos y por un sillón de apenas 70.000 pesetas que pagó con dinero público y se llevó a su casa. La honorabilidad de los políticos, al igual que el valor de un regalo, nunca se calcula por su precio |