El Carpio de Tajo - Toledo

LA MUERTE

Ya sé que me estás rondando,
que aunque no te veo, te siento
y ya cerca está el momento
que me avisarás el “cuándo”
y aquí te estaré esperando
cuando llegues a mi puerta,
que para ti estará abierta,
pues sabiendo no hay remedio
no es necesario tu asedio,
porque ya estoy bien alerta.

Ven cuando quieras venir
que no me voy a escapar,
pues jamás voy a intentar
de ningún modo el huir
de ti y no podrás decir
que no estaba aquí presente,
si ya anidaba en mi mente
que desde aquel mismo día
en que nací, se veía
tu nombre escrito en mi frente.

Me llamarás por mi nombre
y con gesto muy conciso.
Yo acudiré tan sumiso
y por mucho que te asombre,
no ha habido ni habrá otro hombre
por tu dedo señalado,
seguirte tan resignado
hasta alcanzar la otra orilla
que con refulgencia brilla,
donde quedaré varado.

Allí esperaré sereno
que llegue el Juicio Final,
en que el Padre Celestial
de munificencia pleno,
sólo me pese lo bueno
y lo malo que yo hiciese
espero que no me pese,
como yo también haría
si a mis hijos algún día
juzgar me correspondiese.

Cristino Vidal Benavente.

-¿Qué me quiere, señor ? -Niña, hoderte.
-Dígalo más rodado. -Cabalgarte.
-Dígalo a lo cortés. -Quiero gozarte.
-Dígamelo a lo bobo. -Merecerte.

-¡Mal haya quien lo pide de esa suerte,
y tú hayas bien, que sabes declararte!
y luego ¿qué harás ? -Arremangarte,
y con la pija arrecha acometerte.

-Tú sí que gozarás mi paraíso.
-¿Qué paraíso ? Yo tu ñoño quiero,
para meterle dentro mi carajo.

-¡Qué rodado lo dices y qué liso!
-Calla, mi vida, calla, que me muero
por culear tiniéndote debajo