VERSOS - CÓMO ERAN LAS BODAS COMO ERAN LAS BODAS Voy a hacer la descripción de cómo fueron las bodas, que así fueron un montón aunque no lo fueran todas. Primero venía el pedido, yendo los padres del novio con éste casi aturdido cargando con el agobio que tal acto suponía, a la casa de la moza y a sus padres les pedía su mano y ella se emboza, que también sufre el momento, pero los dos se reponen y acabado su tormento a la boda fecha ponen. Después las publicaciones en la iglesia los domingos y si nadie decía “nones” es señal que no hay distingos. Después se elegía el traje que compraban en Torrijos y venían con su embalaje entre grandes regocijos. La víspera de la boda cenaban ya todos juntos y así la familia toda hablaba de sus asuntos. Los novios se iban a casa y antes de poder dormir la gente se reúne en masa y les comienza a exigir lo que llamamos la ronda cantando en cada ventana, hasta que el novio responda de buena o de mala gana soltándoles el dinero que luego se gastarán, dejando la ronda en cero y después se marcharán adonde la novia vive y repetir lo que hicieron, que lo harán al respective porque así siempre lo vieron. Siempre una chica saldrá cantando que por Dios pide que a su hermano cuidará lo mejor y no lo olvide. Y cuando termina, luego vendrá la parra del cura que sufre tanto trasiego que su uva ya no madura. Y antes que comience el baile se meten con otra parra, precisamente del fraile, con la que dan la tabarra. Después canciones de intrigas, pues entre bromas y verás te piden que no la sigas o te mete las tijeras. La noche ya se ha pasado y amaneció el día siguiente, la gente se ha levantado y se respira otro ambiente. Visten sus mejores ropas y a la iglesia van derechos, se olvidaron de las copas y se les ve satisfechos. Allí esperan en la puerta a que el novio y la madrina lleguen, causando la alerta, por lo que se arremolina cada vez más el gentío que espera con ansiedad haciéndolo a su albedrío, fruto de su veleidad. Llega la novia por fin del brazo de su padrino haciendo a todos tilín y recorriendo el camino andando con gran firmeza, hasta que al novio empareja y subiendo la cabeza se ve el amor que refleja. Tocan la marcha nupcial en un afinado harmonio y pronto será oficial el lazo del matrimonio. Sólo falta ya que el cura les coloque el dulce yugo y dice: “ esta ligadura lo es porque a Dios le plugo” Después se van a firmar juntos a la sacristía, para poder confirmar lo que en la iglesia ocurría. Firman novios y padrinos al igual que los testigos, que suelen ser o vecinos, o familiares o amigos. Este trámite termina y se van a la salida, donde la gente culmina su alegría ininterrumpida. Surgen las exclamaciones, los gritos resultan obvios como en todas las uniones y son “que vivan los novios”. Con toda la comitiva se van los novios al baile y de manera obsesiva vuelve la parra del fraile. Como en todo desposorio van caminando adelante el tío “pulga” y el tío Honorio acompañando aquel cante a golpes de acordeón, que no había otra cosa antes, así que oías un montón de veces aquellos cantes. Llegados a los salones con canciones a porrillo, callan los acordeones y comienza el organillo. Abren el baile primero los novios con alegría y luego el salón entero un gran corro les hacía. Se emparejan enseguida y todos bailan contentos, luego venía la comida y eran aquellos momentos los mejores de la boda, ya que están algo cansados y la gente se acomoda ya juntos o separados en aquellas mesas juntas en bancos que hacían de sillas en el centro o en las puntas; en el primero que pillas, esperando esa delicia que eran aquellas ovejas en la que emplean su pericia las cocineras más viejas para hacer aquellos guisos con los que te relamías, pues les salían tan precisos que con placer repetías. En la comida, el jaleo comienza y se multiplica y venía el cachondeo y todo el mundo se implica. Unos cantan lo que saben, otros les hacen el coro, los hay que dicen que acaben y se vayan por el foro. Los hay que tiran y esconden después la mano que lo hizo; desde otra mesa responden y le dicen; “que te atizo”. “Vivan los novios”, repiten las gentes de vez en cuando y en gritar algo repiten al tiempo que bromeando aquel que se cree gracioso va saliendo a la palestra y en contenido morboso es maestro y lo demuestra. Todos le ríen su gracia y aplauden como cosacos y recurre a la eficacia de acompañarse de tacos. El padrino se levanta y va repartiendo puros con un nudo en la garganta, que costaron muchos duros. Ha terminado el banquete y muchos van a besar a la novia y hasta siete algunos la van a dar. Vienen las enhorabuenas y con ellas van los sobres que reciben a docenas mas seguirán siendo pobres, pues será poco el dinero y no alcanzará siquiera a pagar al carnicero aquello que se comiera.. El baile sigue después y durará hasta la noche con un cansancio de pies, que de baile hacen derroche. Ya cansados de bailar y cuando esta terminando un juego va a comenzar que es el de ir empujando a todo bicho viviente entre grandes risotadas, que con alegría evidente celebran estas gansadas. Pero todo se les pasa y su aguante ya se agota yéndose para su casa después de bailar la jota, que esta era la despedida usada para el amén y quien todo esto no olvida se despide ya también. CODA Alguien echará de menos que no mencione la foto, pero aquí en estos terrenos no había ni por lo remoto. Y si hablamos de viaje, aquel que más largo era: ir a comprar el menaje a Toledo o Talavera. Ni se tiraba el arroz que hubiera sido un pecado imperdonable y atroz y nadie hubiera intentado. Y esa otra cursilería del “que se besen” tampoco, que antes no se permitía hablar con tanto descoco. Y cuando yo era chiquillo había en lugar de una orquesta un muy sencillo organillo para amenizar la fiesta Todo esto y algo más vino después a las bodas y lo de antes quedó atrás dándole paso a otras modas. Cristino Vidal Benavente.
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