Consuegra - Toledo

¡ESTAMOS EN LOS CARNAVALES!

ñ “Carnaval, carnaval; carnaval te quiero; como me gusta bailar, como me gusta….etc”. Carnaval sin duda, deriva de la palabra italiana “carnem levare” , de la que en un principio se derivaron “carnevale” y otras con el significado de “dejar la carne”. Debió de ir enmarcada dentro de un sentido más próximo a la realidad, como es el de “carne vale” o “vale carne”, frente al periodo de purificación en que se entraba, la cuaresma, y en el que la carne iba a estar rigurosamente prohibida. El carnaval es una fiesta popular que se celebra en los tres días previos al miércoles de ceniza o día de antruejo y consiste en mascaradas, comparsas, bailes y otros regocijos bulliciosos.
Los verdaderos orígenes del carnaval están sin duda en las fiestas que por primera vez celebraban los pueblos paganos con acompañamiento de música, cantos y danzas y que no pocas veces revestían carácter licencioso; así las fiestas egipcias de Apis e Isis, las griegas de Baco, las romanas de Saturno, etc. Así nació el carnaval, una fiesta que también fue conocida con el nombre de “carnestolendas, antruejo,..”.y que comprendía un tiempo en que la locura y el disparate se adueñaban del mundo con enmascaramientos y disfraces, con inversiones sociales en el que el poderoso cedía su puesto al humilde, de palabras atrevidas y burlas descarnadas, de representaciones burlescas y satíricas,....
Esta fiesta renació durante la Edad Media, al tiempo que se afirmaba la dureza cuaresmal (ayuno y abstinencia) alcanzando después su máximo valor artístico en Venecia y en los bailes de máscaras (como el de la ópera de París a partir de 1715); ahora tiene su máxima expresión en Río de Janeiro, Nueva Orleans y Tenerife.
Para finalizar el carnaval y acomodarse al tiempo inminente, empezó la prohibición de carne limitada de hecho a la dieta durante la cuarentena a legumbres hervidas, verduras y algún lacticinio si se disponía de ganado lechero, y años más tarde empezó a celebrarse, “El entierro de la sardina”. Según nuestro antropólogo, JULIO CARO BAROJA, con significado de “despedida de comida del cerdo”, y la asociación de vida y carne corrompida que sonaba la del cerdo. También significaba el ánimo de prolongar el carnaval un poco más, pero de forma menos corrompida, más frugal y austera, celebrándose así, según, Pascual Madoz, (1847) en su diccionario, : "lo que parece positivo es que en la antigüedad se acostumbraba a enterrar un canal de puerco, al que se daba el nombre de sardina, cuyo uso se ha corrompido con el significado que hoy se da a este pescado". Una versión mas reciente sostiene que se trata de una costumbre madrileña, inventada durante el reinado de Carlos III. La costumbre de celebrar el entierro de la sardina surgió a mediados del siglo XIX en Madrid cuando un grupo de nobles encargó unos lotes de sardinas a un pueblo costero del norte de España y como eran días de carnaval, uno de ellos tuvo la feliz idea de organizar una marcha hacia la Fuente de la Teja, en la Casa de Campo, y enterrar allí a las sardinas podridas. La buena acogida del particular cortejo fúnebre provocó que esta marcha se incorporase a los actos festivos y dadas la circunstancia y coincidencia de este hecho con la celebración del carnaval, decidieron organizar una marcha para enterrar al preciado animal; al tener un gran éxito de público, se empezó a celebrarse en muchas ciudades y pueblos y lo asociaron a la continuación de las fiestas y su permanencia como tradición popular centenaria ya arraigada el día del entierro de la sardina para despedirse del carnaval.
En cuanto al miércoles de ceniza, antiguamente los judíos y otros pueblos de Oriente Próximo acostumbraban a cubrirse de ceniza y recogido por los cristianos primitivos que recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se como gesto de duelo o arrepentimiento profundo con voluntad de convertirse y pasó a ser costumbre ritual en la Iglesia Romana desde el siglo XI, utilizaban las cenizas quemando las palmas usadas el Domingo de
Ramos del año anterior para recordar que lo que fue signo de gloria y que algún día, al morir, el cuerpo se convierte en polvo como símbolo de reducción a la nada.

Se agradece tanta información acerca de los Carnavales, que nos dan la opción de vestirnos, hacer y decir lo que a cara descubierta no nos atrevemos. Son una auténtica liberación. Lástima que haga frío. Deberían ser en verano