Ciruelos - Toledo

Hace más de 30 años que conozco Ciruelos, y es un pueblo que quiero. Lo quiero con el corazón porque he pasado allí algunos de los mejores momentos de mi vida. Y también de los peores, claro, porque la vida es eso: una sucesión de acontecimientos de todo tipo, pero, si hago un resumen es, siempre, positivo. Cuando llegué allí era un pueblo diminuto, más que pequeño; una comunidad donde todo el mundo se conocía y se veía muchas veces al día. Dicen que eso no es bueno, que las rencillas y las enemistades se hacen más grandes cuando tienes que convivir con la gente que no te gusta, pero yo no lo creo, porque el contacto con la que sí te llevas bien, o conoces de siempre, o has visto crecer y envejecer contigo es estupendo. Uno siempre va al bar donde el camarero le conoce, le llama por su nombre y sabe qué es lo que toma, pues vivir en comunidad es algo así. Es mucho mejor saber que eres reconocido, que puedes pararte por la calle para preguntarle a tu vecino por cualquier cosa, que añade tu nombre a los "buenos días" de cada día y que te mira, con curiosidad, tal vez, pero te mira... Y eso es bueno en unos tiempos en los que nadie conoce a nadie. En los que podrías estar muerto en tu casa y ningún vecino tocará al timbre durante meses o años... Eso es lo bueno de las comunidades pequeñas, que, si saben hacerlo bien, respetarse, comprenderse, tolerarse y quererse, son las comunidades ideales para vivir y, sobre todo, para ser feliz.

Yo tengo ahora un poco de nostalgia del Ciruelos de antes, ese lugar pequeño donde todo el mundo se conocía. También tengo que decir que no era un sitio especialmente abierto a la gente de fuera. Nunca lo he entendido pero creo que siempre ha habido barreras para comprenderse y aceptarse los de fuera y los de siempre. Tal vez eso esté cambiando, pero no lo creo. Voy poco pero casi todas las caras que veo son nuevas y extrañas y un poco hurañas y retraídas, y me recuerdan las caras de mis vecinos de la gran ciudad, gente de paso, que va y viene, y por el camino no habla con nadie, como si siempre tuviera prisa o ganas de llegar a su casa y encerrarse. Eso me parece muy triste, la verdad. Es un "cada uno en su casa y la soledad en la de todos".

Sería muy bueno que los que mandan y pueden hicieran jornadas, encuentros y días para conocerse unos a otros; conferencias con temas que a todo el mundo interesara y donde todos pudieran ir a conocerse, primero, y a expresarse, siempre. Aprovechar ese magnífico centro cultural para reunirse todos, como esas plazas antiguas donde todo se debatía entre la mayoría, y donde nació, nada menos, que la democracia. Sería buenísimo, creo.

En fin, tal vez estoy soñando despierta y lo que digo es una locura. Pero suena bien ¿a qué sí? De momento, yo sigo queriendo a mi Ciruelos particular, el sitio donde tuve magníficos amigos, me enamoré, fui feliz, pasé inolvidables veranos, maravillosas fiestas que no hubiera cambiado por nada del mundo, y me hice mayor. Supongo que habrá sitios infinitamente mejores, pero yo no cambio los recuerdos de mis noches de verano en el parque (¡ay, mi parque!) besándome con el chico que más me gustaba del mundo. Tal vez para algunos sea solo un diminuto, más que pequeño, pueblo de Toledo, para mi era la Gloria...