Cedillo y sus gentes otra vez noticia Un policía jubilado, detenido por el atraco frustrado en Caja Madrid MANUEL MORENO. TOLEDO. Agentes del Cuerpo Nacional de Policía detuvieron la semana pasada en Cedillo del Condado (2.800 habitantes) a un hombre de 51 años como presunto autor del atraco frustrado a una sucursal de Caja Madrid en Toledo el 14 de noviembre. Se trata de Antonio C. A., policía municipal de Madrid jubilado, que fue arrestado el jueves en su domicilio, en la calle La Niña. Los vecinos del barrio El Cercado, donde Antonio reside, cuentan que el hombre sufre trastornos de la personalidad y se encuentra en tratamiento médico por depresión. De hecho, el juez de Toledo que le tomó declaración tras el arresto ordenó su ingreso en un psiquiátrico, a instancia de los médicos forenses, según informaron a ABC fuentes judiciales. Antonio está jubilado por un accidente laboral cuando era policía municipal en Madrid, percance que le dejó secuelas en la espalda. Su mujer está conmocionada desde la detención. «¡Si mi marido no se levanta de la cama hasta la tres de la tarde!», espetó a los agentes de la Brigada de Policía Judicial de la Comisaría Provincial de Toledo que arrestaron al esposo. Éste les entregó el pasamontañas, las gafas de sol y la pistola inutilizada que usó en el golpe malogrado. «No tenía cara de agresivo» El comportamiento vacilante de Antonio durante el intento de atraco no pasó por alto para algún empleado de la oficina de Caja Madrid de la calle Ronda de Buenavista. «No le vi profesional, no tenía cara de agresivo», afirma un trabajador. Estuvo cinco o seis minutos merodeando por el exterior de la oficina, tal vez esperando que no hubiera clientes, antes de entrar a las 13.26 simulando una cojera. Llevaba puestas una gabardina oscura y gafas de sol, además de una muleta, emulando, quizá, a Jaime Giménez, alias «el solitario», el delincuente más buscado de España hasta que fue detenido en julio. Al menos eso barajó la Policía. Antonio, que guardaba entre sus ropas una pistola que en su día quedó inservible, debió de pensar que con la muleta los empleados le franquearían la puerta al ver que se trataba de una persona con una supuesta minusvalía y salvaría el detector de metales, como así sucedió. Una vez en el interior, donde estaba el director de la oficina y tres empleados más, se dirigió hasta el trabajador que estaba en la caja, al fondo de la oficina, con una ostensible y sonora cojera. Se detuvo a metro y medio de distancia, se apoyó en una columna, se giró de espaldas al cajero, se puso un pasamontañas y sacó la pistola. «Un atraco», advirtió al empleado sin mucho ímpetu, mientras el único cliente que había en la sucursal, y del que Antonio no se había apercibido, salió de la oficina, ajeno a lo que estaba sucediendo a sus espaldas, a sólo diez metros de distancia. El atracador se fue hacia el cliente, un conocido empresario toledano del sector del automóvil, para intentar retenerlo, pero no le dio tiempo y el empresario se marchó sin saber que era un atraco. Esos instantes lo aprovechó el cajero para introducirse en la zona blindada de caja y llamar a la Policía a las 13.30. Cien euros y unas monedas Antonio, que había dejado de simular la cojera y abandonado la muleta a un lado, dio el atraco por perdido y decidió huir, pero no atinó a abrir la puerta, quizá debido a los nervios. El director se acercó a él, le franqueó el acceso y Antonio se fugó a la carrera. Para entonces, las dos cámaras de vigilancia de la oficina habían grabado el golpe frustrado. En los fotogramas se identifica fácilmente al delincuente, a pesar de que lleva las gafas de sol puestas. De haber prosperado el atraco, tampoco Antonio se hubiera llevado mucho dinero: lo que había en el mostrador de caja, apenas cien euros y algunas monedas más, porque las medidas de seguridad de la oficina son infranqueables. Cuando llegó la Policía, a los cinco minutos, un veterano empleado sugirió, medio en broma, medio en serio, que no descartaran que el autor fuera algún agente de la autoridad, porque en la ciudad ya había precedentes, como en 1986, cuando un militar en la reserva atracó la oficina de Caja Madrid de la calle Ecuador. Antonio pasó a disposición del juez del Juzgado de Primera Instancia número 3 de Toledo, de guardia el día de la detención, que ordenó su ingreso en un psiquiátrico tras el diagnóstico de los médicos forenses. Este juez se ha inhibido en favor del juzgado de Primera Instancia número 1 de Toledo, que lleva la causa. Noticia completa: https://ww.abc.es/20071204/toledo-toledo/policia-jubilado-detenido-atraco_200712040247.html |