Casarrubios del Monte - Toledo

Cazabamos cierto dia y se nos emboquetaban los conejos. No habia forma. No teniamos hurón.

Pasó el tiempo, y tuvimos acceso a un hurón: era muy bueno, muy audaz y con riñones. Amigo, el conejo se emboquetó: sólo había una salida. Nos dispusimos con los capillos, y ya no había manera. Metimos el hurón y era cuestión de esperar. Se oían patadas dentro, carreras, se asomaba alguno y se volvía a meter. Veian que no había escapatoria: veían la red. Por lo ruido dedujimos que debían haber 4 o 5; eran grandes, más machos que hembras, negros todos y ya viejos y curtidos. Pero habían caido: o salían con capillo por delante o se quedaban aculados y el bicho daría buena cuenta de ellos. Era su fin como "conejos".

Ahora es cuestión de esperar y si se tarda mucho, meter otro bicho más certero que actúe de cabestro. A estos conejos no los salva ni el Presidente de la Caza. Cada uno tendrá que dar explicaciones de los "viñedos" que se han comido. Y los conejos lo saben.

Cualquier parecido de esta historia con la realidad es pura coincidencia.