Camarenilla - Toledo

Hoy primero de noviembre, me viene a la memoria un recuerdo de mi infancia sobre este dia.
Salías de misa y hale, de jolgorio al cementerio; allí los muchachos mayores ,ya tenían preparada la chosca, en el camino de detras, (el del tio Josito).
Como antes hacia frío, ya ese dia estrenabas algo para la próxima fiesta de la Purisima, y con cuidado de no quemarete la ropita en la chosca.
Por dentro, a homenajear al "Pastorcito", que era el difunto de todos los niños y a buen seguro el que más oraciones recibía además de flores y alguna que otra coronita hecha con cariño y pocos medios.
Pero ¿quien fue el "Pastorcito"?- lo que alcanzo a recordar según los mayores, fue un joven llegado del fuera, que trabajaba de pastor por el termino de Camarenilla, un niño no era, sino un joven tirando a mayor que trabajando en la limpieza en el interior de un pozo murió como consecuencia del derrube de éste.
Parece ser que al final terminó enterrado en una humilde tumba, con una sencilla crucecita metálica en el límite Oeste del cementerio, por donde luego se ampliaría éste alla por los 70.

Visto lo anterior, pregunto, por si alguien lo sabe, algún dato acerca del Pastorcito.
-Nombre, edad, procedencia, lugar de su muerte y fecha en que ocurrió, etc,etc.
Sobre su paradero actual, tengo que decir que las últimas veces que anduve por el cementerio, me pareció ver que su tumba había desaparecido; si bien no es de extrañar, toda vez que hace pocos años se reorganizó el camposanto,y se reagruparon restos de tumbas que ya nadie atendia o estaban abandonadas.
De lo que no me cabe duda es que cuando se hizo , fue con el mayor respeto y consideración.
Esté donde esté , seguro que nunca imaginó que durante decadas sería el más visitado y rezado de todo el camposanto, y por almas inocentes y puras como eran los niños.
Ya de paso esta bonita historia sirva de homenaje a todos nuestros paisanos y familiares,los cuales nos precedieron en su último viaje, para que, al menos en nuestro recuerdo no desaparezcan nunca.
Con el máximo afecto, un saludo.

Bonita historia la que nos trae a este foro XXXXXXX, tanto que por un momento me he retrotraido a mi más tierna infancia y he sido capaz de recordar mis propios dias de los santos, mis visitas a la tumba del pastorcito, por otra parte en mi época ya perdida en la memoria y como no, he sido capaz de recordar el olor del pueblo sobre todo por la zona de la plaza y el sabor relacionado con ese olor como no, de los santos, esas tortas que el panadero del pueblo hacia y que jamás he sido capaz de encontrar ningún dulce parecido, con su aroma y sabor. Bonita historia amigo, bonita historia. Saludos a todos.

Algo así tenía por sabido del pastorcito, que pena;
Estas fechas, yo prefiero pasarlas lejos,porque para ir al cementerio a llevar flores tengo todo el año.
En uno de los viajes que he realizado, fui participante, aunque yo diría que sufridor, de una tradición un tanto escalofriante.
Esta consistía en que, despues de una silenciosa cena y de recoger la mesa, se colocaban unas cuantas velas por la habitación y comenzaba el relato de historias. Historias de esas que las cuentes donde las cuentes alguien te va a decir: "En mi pueblo también pasó".
Una de las historias que contaron fué la de un valiente hombre que, fanfarroneando con los amiguetes,apostó a que era capaz de tocar la reja del cementerio la misma noche de los santos.
El hombre alardeaba, pero más bien se refugiaba en la idea de que los fantasmas no existen, aunque hay que recordar que antaño se tenía mucho más miedo y respeto que ahora.
Cerca de las 11:45 de la noche el hombre se dispuso para ir a cumplir su apuesta, acompañado de los amigos. Cuando quedaban unos 20 metros para llegar se escuchó un ruido y todos salieron huyendo como alma que lleva el diablo, menos el apostante.
Éste se acercaba muy despacio, rezando entre dientes; momentos antes se había levantado un terrible aire, lo que acentuaba el temor y la reilera de piernas.
En el silencio de la noche y arrastrado por el aire por todo el pueblo, se oyó un grito, aunque era más parecido a un alarido de pena, dolor y sufrimiento.
A la mañana siguiente las mujeres que se dirgian a limpiar los destrozos que pudiera haber ocasionado el aire el el cementerio, se encontraron con una escalofriante escena.
El valiente apostante yacía muerto en el suelo con el rostro desencajado de espanto y la capa enganchada en la reja del campo santo.