Alcaudete de la Jara - Toledo

Esta es la historia de una perrita abandonada.
¡Hola! Os voy a contar la historia de una perrita.
El verano pasado compró mi hija una vivienda en un pueblo cercano a Talavera, allí pasamos mi mujer y yo parte del verano, en compañía de mis nietos, ya que sus padres por razones de trabajo se encontraban ausentes. Uno de esos días cuando mi señora yo ejercíamos de canguro con la finalidad de distraer a los niños, que gozaban de sus vacaciones, tuvimos una grata visita, por supuesto inesperada, que bien puede decirse que fue a partir de ese momento la alegría de la casa y, sobre todo para los pequeños.
Sentados a la sombra de la vivienda, en el patio delantero vimos, a través de las verjas de las puertas de hierro, que aparecía una perrita preciosa de mirada tímida, al parecer mal nutrida y con aspecto de encontrarse abandonada. Yo, no dudé ni un instante en socorrerla y acto seguido me dispuse a ofrecerle comida, agua y trato cariñoso, reaccionando el animal con movimientos de gratitud. Por la forma de devorar los alimentos recibidos se deducía, efectivamente, que se encontraba abandonada.
Mis nietos estaban encantados con ella y yo, para que os voy a contar…, bueno, toda la familia.
Mi hija, la bañaba, la dio pastillas para las enfermedades que pudiese tener, la compró pienso para perros, en fin que la perrita estaba de capricho y la pusimos de nombre “Chula”.
Era una perra encantadora, obediente, más lista que el hambre y si la decías, “Chula”, de aquí no pases, el animal respetaba tal advertencia mejor que una criatura humana. Cuando me veía coger las cañas de pescar ya se preparaba para subir al coche. En una palabra, que por mi parte estaba en caprichado del animal.
Como todo principio tiene fin y las vacaciones son tan cortas dispusimos el regreso a Talavera y se planteó el problema de siempre ¿Qué hacemos con la perrita? Yo, por lo que a mí concierne, me la hubiese traído a casa, pero mi señora…, decía que en los pisos no se pueden tener perros. Yo me limité a decir: ¡como si fuésemos nosotros los primeros que tiene perros!
En pocas palabras, que la “Chula” se quedo allí. En primer lugar, porque le permitía entrar y salir por las verjas a su antojo y segundo, que le dejamos comida y agua sobrada hasta el fin de semana que, por supuesto, esperábamos volver otra vez al pueblo.
¡Qué sorpresa…! Cuando la semana siguiente llegamos mi señora y yo, la perra no la veíamos por ningún sitio. Preguntamos a un vecino, que tenía otros perros parecidos, si había visto a la perrita “Chula” y contestó que no, es más que nos dio a entender con su contestación, que no la volveríamos a ver. Al preguntarle ¿Qué le has hecho a la perrita? Nada, pero esa no viene más por aquí, razones evidentes de que la sacrificó él mismo.
Mi hija la estuvo buscando por todos sitios pero la “Chula” no apareció por ningún sitio.
Mis hijos, nietos y abuelos, quedamos sumamente disgustados y no concebimos como hay personas que sacrifican, sin ningún miramiento, a los animales.
Antonio

Pues Antonio, una cosa te voy a decir, o mas bien sujerir. Pon el nombre del capullo ese, que todo el mundo sepa que es un salvaje asesino de perros. Que pasa, que le molestaba el animal??? pues que hubiese esperado a que llegarais para deciroslo y asi haber tomado vosotros las medidas convenientes.