Artículo censurado en el Diario de Teruel Carta al Director enviada al Diario de Teruel Teruel, 12 de septiembre de 2008 Sr. FERRER, LA POBLACIÓN PUEDE VENIR..., O IRSE Nuestros gobernantes del PARSOE parecen tener como principal objetivo que la ciudad de Teruel alcance 50.000 habitantes. Supongo que los que opinamos que el Ayuntamiento debería preocuparse fundamentalmente por la calidad de vida de los que ya vivimos aquí, somos unos obtusos sin visión de futuro. Al fin y al cabo, ¿cómo va el alcalde a perder su tiempo pensando en las papeleras que faltan en el barrio del Arrabal cuando ha de encargarse de construir, y costear, un aeropuerto para una ciudad de 35.000 personas? Al parecer hay serios problemas para encontrar las empresas que deberían tirar de Teruel en ese milagroso crecimiento de, ahí es nada, un 50%. Llegado este punto, quizás sería preferible quedarnos como estamos y dejar Platea vacía un tiempo, a meternos de cabeza en el fango. Cuando el proyecto de la cementera de Concud salió a la luz a través de la prensa, a nuestro alcalde sólo se le ocurrió el ingenioso comentario de que esto era consecuencia de la llegada de la autovía. ¡Qué capacidad de reacción señor Ferrer!. Esto es como si mañana sufrimos una ola de crímenes y la policía llega a la conclusión de que al tener carreteras, los delincuentes pueden venir por ellas. Una cementera es una instalación extremadamente delicada por su elevado impacto, ante la que su respuesta no puede limitarse a un “tenemos que estudiarlo”, un alcalde debe tener claro de antemano el modelo de ciudad que quiere. Y si no lo tiene claro, señor Ferrer, no sé para que se ha perdido el tiempo en planes estratégicos, planes de excelencia o planes de ordenación. Los vecinos están asustados y con razón. Imaginemos una posible entrada a Teruel por los Llanos: A un lado el desguace de aviones, a otro, la cementera. ¿Han visto la imagen de una cementera?, de la de Buñol o Morata, una preciosidad. Y ya entrando en Teruel, esa niebla que arrastra la vega y que algunos días se posa hasta la tarde, pero quizás ese día llena de polvo y humos. Es evidente que si esto ocurriera, si Teruel terminase adquiriendo un mal olor propio como le pasa a Zaragoza con ese aroma a coles que le regala la papelera, Teruel sería una ciudad menos agradable para vivir, con 150 puestos de trabajo más, que contribuirían al ansiado crecimiento, pero menos de esa “calidad de vida” de la que presumimos los turolenses y que a muchos nos ha convencido para seguir aquí. Pero esto no sería lo peor. El mayor riesgo de las cementeras viene cuando en un momento dado la demanda baja, pongamos que como consecuencia de una inaudita crisis de la construcción, y los gestores necesitan recortar gastos. Lo que se suelen inventar es pedir la autorización para “valorizar” residuos, es decir, usar basura como parte de su combustible. Esto es lo que hoy ya hacen la mitad de las cementeras en España, se han transformado en incineradoras de residuos. Es un riesgo que existe desde el momento en que se construye una cementera y que se suma a la repercusión ambiental que de por sí ya tiene. Entonces sí señor alcalde, entonces si que la habríamos liado bien, entonces “Teruel res mes es the best”. Porque cuando hablamos de la contaminación generada por la incineración de residuos, y repito que lo hacen muchas cementeras, la cuestión se complica demasiado para la salud de las personas, casi mejor ni lo contamos. Y ese modelo de ciudad, que efectivamente habría atraído población, terminaría espantando a los que tuviéramos opción de elegir donde vivir. Por eso yo no estoy preocupado, porque incluso ustedes y sus compañeros de Medio Ambiente de la DGA terminarán dándose cuenta de que no les conviene en absoluto seguir adelante por este camino. Fdo. Sergio Doñate Bujeda Militante de Izquierda Unida en Teruel |