Bello - Teruel

Que nuestro pueblo cada día es más hermoso, está claro. No va nada de como ahora están las calles, y de cómo estaban. No va nada de como están de arregladas las fachadas de las casa, y de cómo estaban. No va nada aquélla luz tenua-eléctrica, que por las noches alumbraba a cual castillo de drácula, y de día, ni hacía falta. Y no va nada, de cómo hoy está el portejau, osea, la plaza de la Iglesia. Está, preciosa, y no digamos nada, con los adornos de Navidad. Pero los de mi edad, echaremos de menos esas acacias cargadicas de recimos de hinchapedos, que los chicos con avidez nos comíamos. Eran muy dulces, y efectivamente, parecían racimos como de uvas blancas, como racimos de palomitas blancas, racimos olorosos a miel de aveja, abiertos los capullitos blancos, sexualmente abiertos, para ser consumidos con deleite por nosotros nos decían, los pardales. Desprendían un olor que lo he soñado en Sevilla, en los jardines de Valencia. No eran para menos.Aquéllas acacias, y sus hinchapedos.