Cambrils - Tarragona

Por Dios, Tamboriler, quiéreme un poco mejor. ¿Para qué quiero yo esa chaqueta? ¿Y si se me pega algo de su propietario, o del dueño del despacho en el que permaneció colgada tantos años?. Tendría entonces que dejar de cultivar la amistad que nos une, ya sabes que un español de bien como lo son ellos no quiere cuentas con un recalcitrante nacionalista catalán como eres tu, a no ser que te necesitara para gobernar, que entonces te diría al oido que hablo catalán, vasco, gaélico y kosovar en la intimidad. Tendría que acudir cada domingo a misa de doce, acompañado de mi mujer-mujer, a la que no le gustaría que las peras se mezclaran con las manzanas. Tendría que aborrecer a los que quieren la paz para España, aunque a escondidas deseara profúndamente ser yo quien la lograra aunque fuera a base de nombrar de extraña manera a los terroristas. Debería estar todo el día de mala leche, buscando la forma de recortar derechos y libertades a los que no pensaran como yo, fueran de otra raza o nacionalidad distinta a la mía o tuvieran otros hábitos sexuales. Estaría todo el tiempo mirando la forma de privatizar todo lo público, leña al mono, las prestaciones para quien se las pueda pagar. Tendría que vocear al viento las extrañas creencias de mi primo, enemigo acérrimo de los que creen en el cambio clímático. Contaría por televisión edulcoradas historietas de niñas educadas en el nacional-catolicismo, formadas en la sección femenina para ser en el futuro buenas madres de familia numerosa, amantísimas esposas de sus maridos, a los que esperarían en casa, como debe ser, con la cena en la mesa y el batín y las pantuflas en la mano para que el señor de la casa estuviera contento. Estaría obligado a adoptar extraños acentos cuando pronunciara conferencias en otros países, a poner los pies sobre la mesa junto con los de mi amo y señor y a declarar guerras interesadas para que el citado amo dominara el petroleo mundial y sus amiguetes pudieran seguir forrándose con la venta de armas y con la reconstrucción de los paises previamente destruidos. Debería dejarme lacia melena, escribir tontos libros y blanquear dinero en paraisos fiscales a las mayores fortunas del mundo. O a dejarme canosa barba, poner una estúpida y forzada sonrisa y obededecer a pies juntillas lo que me ordenara el de la melena lacia, el de la doble vía de investigación y el que se forró con las míticas terras. Estaría obligado a hablar muy mal de esos inmigrantes que cuidan a nuestros niños, ancianos, que construyen nuestras carreteras y obras públicas, que cootizan a la seguridad social y que tienen los hijos que nosotros no tenemos y que en el futuro nos darán de comer, poblarán nuestras selecciones nacionales y considerarán a España su país, por mucho que nos empeñemos en tratarlos mal. Me vería obligado a escuchar a diario la COPE, a idolatrar a Federico y sus compañeros de ondas, a defender a ultranza los devaríos de Pedro J y sus investigadores, a Ansón, a maroto y al de la moto.


Todas cosas y muchas más igual de bonitas y edificantes tendría tendría que hacer si me pusiera esa chaqueta y se me pegaran los virus que cuelgan de ella. ¿Tan mal me quieres? Fijate en lo que te voy a decir, porque no creo que lo vuelva a repetir nunca más : preferiría ponerme la zamarreta blaugrana, cantar a voz en cuello el "tot el camp", celebrar todos los goles con la mano que meta el Barça (los pocos que no son con la mano también) y subir hasta Moserrat de rodillas cada vez que el equipo culé gane una copa de Europa (si, ya se que eso es jugar con ventaja, que sólo ocurre cada dos siglos), repito, prefiero hacer todo eso antes que ponerme la chaqueta que se dejó olvidada el Registrador en el despacho de su jefe.


A veces tienes unas cosas, Tamboriler. Mira que ofrecerme esa chaqueta. ¿Serías tu capaz de ponerla sobre tus hombros? ¿a qué no?. Pues no me hagas esto, hombre, eso no se le hace a un amigo.


bnb.