Cambrils - Tarragona

A veces toda una vida no da para darse cuenta de algunas cosas, por más que a la vista estén, por afectos, por ausencia de ellos, por cansancios o simplemente por distracciones, pero basta un solo instante para que la pieza dé el giro pertinente y se ajuste al lugar que le corresponde, que estaba ahí, pero la miopía de las distracciones lo impidió aun en el tiempo.

Caminas, miras, ves pero no observas, solo pasan sombras por tu lado, son opacas porque no son sombras, cada una tiene su propia entidad, sentires y sensaciones, igual que uno, y de seguro van como uno ensimismados en sus propios pensamientos, en sus propias responsabilidades, pero de vez en cuando asoma ante nuestros ojos una faz, que si se corresponde con algo archivado en la neurona, y la abstracción se diluye, ya surge el pensamiento, ¿Quién es, donde he visto este personaje?, y la neurona comienza a rodar a mayor velocidad, se requiere un esfuerzo añadido, pero las sombras no se diluyen, por el contrario, parecen espesarse más, pero saludas y desde la distancia, porque es de educación retornar un saludo que no se ve de doble intención, y al saludo correspondido le acompaña una sonrisa franca, lo cual es un pequeño destello, si, de algo nos conocemos, en algún momento hemos compartido conversación, tal vez algo mas, pero la neurona y su esfuerzo no dan los frutos requeridos, la memoria es jodida cuando se la necesita, pareciere no querer colaborar, aglomerándose en la salida de los pensamientos, pero sin fruto.

Al saludo además de la sonrisa, está el conato de venir a saludarte físicamente y afablemente, la encrucijada se agranda, quien es, como le saludo, cual debe ser mi postura? Pero puede ser la experiencia de los años, o las capacidades que emergen en ese instante, cuando apremia la necesidad, aflora en el último instante ese destello necesario, que te saca del apuro.

Tú eres el hijo de…, si, de PEDRO. Como está tu papá? Ebrio, se la pasa ebrio todo el tiempo, ¡¡Joder!! Qué pequeño se le hace a uno el mundo, atento, educado, responsable y de la noche a la mañana, uno se percata que lo que fue, ya no es, quizá porque el tranco era largo, no aguantó el envión, y la emprendió de plano con la botella, haciendo que su existencia agarrase rumbos ignotos, tal vez conocidos por él, pero ignorados por el entorno más o menos cercano, porque uno no alcanza a asimilar, que la solución de nada, esté en el fondo de una botella, y para alcanzar esa solución haya de ser trasegado su contenido pasándolo una y otra vez por el hígado, caminar a cuatro patas, cuando esas cuatro patas le puedan sostener a uno, o tirado cual piltrafa en medio de ninguna parte, dando lástimas a transeúntes, mirones, o entornos cercanos.

Ese momento de incertidumbre, donde la incógnita, pasa a certidumbre, e inmediatamente a estupor doloroso, porque el amigo traspasó todas las líneas, será por ausencia de fortaleza mental, por no encontrar caminos que no sean el de la caída casi irreversible, en el pozo sin escaleras laterales y de paredes resbalosas, donde las uñas del deseo, en algún momento, no sirven de nada.

Y si, queda el resquemor, mientras la memoria está muy activa, porque a uno se le ha extraviado algo, que tiene que ver con eso que uno valora más, la razón o el raciocinio.

UNO MAS.