02-08-09 02:45 | #2847080 |
Por:No Registrado | |
DESDE LA ARROGANCIA DEL CARGO LA ARROGANCIA DEL CARGO. Desde el bullicio de mi pensamiento limitado, activo, nunca satisfecho, veo pasar las miserias, las ajenas y las propias, esa lucha por demostrar al otro que se es, que se tiene, que se está tocado por el garrote mágico del Ado Madrino, o vaya Vd. A saber porqué o por quien. Heme acá, en mi pequeño reino, pero…, cuan grande es ese pequeño reino?, comparado con qué? Ganado a pulso?, usurpado?, justo ocupante de esa minúscula silla, que ni tan siquiera está en propiedad?, cuantas murallas han tenido que ser derribadas para acceder?, fueron derribadas en justa lid? O…, por el contrario fue accedido a base de marrullerías, compadrazgos, halones testiculares, genuflexiones sin límite?, es la pica en Flandes? Es el orgasmo de los sentidos, en conjunción Freudoliana de exotismos mentales, carentes de realidad, pero que enervan el ego? Qué valor real tiene ese orgasmo gonorreico de auto eyaculación, de auto complacencia, del ego enloquecido, a niveles supinos? Dentro y al lado de esas arrogancias, donde las miras reales son cortas, exentas del valor real que convalida y otorga la humildad, donde el pecho resuena a golpe de tambor goriláceo, ,en esa arrogancia cuasi infinita de la inutilidad elevada a otros estratos, infumables y que parecen ir de la mano del cargo, porque este y de alguna forma parece hacer crecer al supuesto poseedor, encarando a ese pináculo de esa pirámide, que cuando se mira en su justa dimensión, apenas es una masa de átomos apilados, y sin una cohesión profunda y tenaz, que una simple brisa puede derribar como castillo de naipes, expuesto a los rigores y veleidades del viento y su destino. Pro mientras se está en ese pináculo, se ve el mundo desde una perspectiva increíble, (a ojos del encaramado) el resto son depauperados, inferiores, carne de cañón, o tal vez voluntades cuspidianas, enfermizas, etéreas, volubles, henchidas de ego, caminando por el filo de algo, cual funambulista que se cree diestro, por la arrogancia del puesto, y cree que el mundo gracias a su sapiencia gira, pero que faltando dicho sustento, dejará de girar, todo se detendrá, cual reloj sin cuerda. De estos reyes con tronito prestado, uno se encuentra ejemplares por doquier, ausentes de esa humanidad necesaria para darle valor a la esencia humana y capaz esa que debería moverse con luz propia, con propios logros, con esencias no prestadas o con tronos ganados, donde la demostración de fuerza está demás, donde el observador no tenga que ser convencido de que está ante un ser excepcional, ante una entidad que depende de su luz, aunque el trono sea una rama caída de un árbol sacudido por un ventarrón, no, no me obligues a creer lo que tú crees ser, si es producto de tu valía, de seguro yo encontraré las claves de esa valía, si de verdad tiene el valor que tu arrogancia me quiere imponer. Seguro que dentro de esa arrogancia, no anida el sentido común, donde la pueda salir volando la equidad. Uno se encuentra a sujetos “encumbrados”, en su pequeño mundo, con sus pequeños logros, con sus pequeñas insidias, codazos, puntapiés, traiciones, barraganismos, compadrazgos, estulticias, etc., pero eso sí, con camisa limpia y cuidando la forma, porque se le da más valor al continente que al contenido, pero estando en esas, aparece el grito: ¡Su majestad va en cueros!, detrás del grito está un enclenque personaje, que le importa nada, lo que el reyecito cree ser. Posiblemente en ese instante pueden ocurrir dos cosas como mínimo, que el reyecito en cuestión entre en cordura y humildad, se baje de la nube u otero artificial, o que se enfurezca, porque alguien de menor valía (según él) tuvo la osadía de valorar esa cadena que trata de amarrar voluntades, demostrando que sus eslabones eran y son demasiado débiles, que el miedo a la arrogancia, no ejercen presión sobre el dueño del grito, tampoco las amenazas y tampoco la posible eliminación. Pero., posiblemente alguien, y en un determinado momento, comience a mover hilos, fuerzas ocultas, que están para cuando se necesitan, o tal vez ese que sostiene la punta de ese castillo naiperiano, no ha recibido los agasajos deseados por el halabolas de turno o genuflexo encumbrado, y como pirámide mejor, por ende generadora de mayor y mejor sombra, opaca la de la piramidita, o reconduce vientos derribando indefectiblemente la punta piramidal, sustituyéndola por otra, menos conflictiva, Mas permisiva y más permeable, donde la arrogancia y sin otras posibilidades, haya de dar un paso atrás o lateral, y de estar en l punta del otero, se encuentra y de golpe por los suelos, porque el “negocio” no era suyo, tampoco el tronito, solo era un conspicuo empleado, sustituible por otro que tiene ganas, sabe mover la cabeza en dirección al SI, y sabe halar más y mejor la masa testicular del padrote de la manada. Claro que la arrogancia aparecerá en determinado momento, más temprano que tarde, ¡Faltaría más!, y se completará un nuevo giro en la rueda de las sustituciones, los empujones, los nuevos y pequeños reyecitos, que se sienten grandes, porque de alguna forma, consiguieron encaramarse sobre un grano de arena. No es mucho el esfuerzo que se ha de hacer, para encontrar a nuestros “”intocables””, apenas se ha de ser un mediano observador, y casi con los ojos medio entornados, entra la dimensión exacta de los actores del mediocre teatro de vidas, aparentemente también mediocre, porque la excelencia no se alcanza con arrogancias, no, estas no pueden estar presentes en ello, se podría decir que es como en el arte, solo es arte cuando despierta emociones, lo demás no deja de ser un sucedáneo de algo, aunque se venda como arte, sin ser otra cosa más que una píldora dorada, carente de esa esencia necesaria, algo para rellenar huecos, pero sustituible por otro algo que rellene mejor y más placenteramente el hueco. Y si. No deja de ser divertido ver el esfuerzo y el empeño en demostrar al observador o al viandante, que se es algo, que se está en algo, que YO si valgo, ¿Verdad? Basado en qué? En la arrogancia del carguito? “”Respéteme Vd., que soy el higüero”, de dichos populares o refranes de algunas culturas nacionales de acá, allá acullá, pero que definen con pocas palabras toda una forma de comportamiento humano, el de unos y el de otros, porque ¡Yo soy importante!, ¡Entérate!, ¡Mira qué cargo ocupo!, pero sobe todo mira que bien me sienta el traje. Qué gran Sr., es a quien sirvo, o soy esclavo, pero respéteme Vd., yo tengo la llave que se me ha entregado, y Vd., respira porque yo soy magnánimo, soy el dueño de los vientos, el amo de las tempestades, (creo) quien puede firmar su sentencia de muerte, solo depende de si Vd., se doblega y genuflexionea correctamente, si así lo hiciere le otorgo 30 segundos más de aire, después pactamos los siguientes 30. Pero nadie ha logrado colocar una piedra en órbita, mediante el impulso de su propio brazo, llegara más alto, pero ella ha de cae indefectiblemente, como cae lo que no está sólidamente afincado. Esta es mi ratonera, solo yo tengo el derecho de marcar la pauta, como ha de sonar la orquesta en mi “”gran mundo””, pero una vez más se equivocan caminos, una vez más la arrogancia está a Km, de altura, y…, será que el titular del cargo, se dará cuenta que está en ratonera prestada?, se dará cuenta que esa ratonera jamás podrá ser puesta a su nombre, porque es patrimonio de la nación?, le otorgan las leyes plena potestad para mover el coroto a su antojo?, o solo esa actitud está marcada por el deseo conspicuo y banal de dominación, en el cual manejo, aparece la mejor parte del dictador que se lleva dentro, el caso es ser puerta con voluntad propia pero servil hacia quien lo conectó, de quien puede entrar o salir de la ratonera, y hasta el vestido y acidad de sumisión hacia tan distinguido portero. Por supuesto se ha de demostrar músculo ante los (también empleados gubernamentales) no sé si para conseguir admiración, no sé si solo por la vanidad, no sé si para convencimiento propio del escalón conseguido en ese grano de arena, y se mira hacia abajo con la arrogancia del que se siente superior, aunque simplemente esté puesto, o sembrado porque supo saber que levita debía tironear. En este carnaval mundano, donde el mas macho se mea, sacudiendo la quijada, cuando le sopla un viento mal venido, y lo que ayer era vertical, erecto, arrogante, le asoma un lagrimón de impotencia cuando por respuesta recibe un NO, o recibe parte de su propia medicina, (siempre habrá alguien que no cree en reyes, reyecitos, emperadores o emperadorcitos, siempre habrá quien pegue el grito, advirtiendo que el sujeto va desnudo, que solo es una arrogancia ambulante sostenida por dos patas, que tal vez y por actos fortuitos de la vida, hasta se convierte en una sillas ortopédica, con un par de dos o tres ruedas, porque en el sendero estamos, y siempre ocurren percances no pensados, y otros eventos que consiguen colocar las piezas en su lugar, bajando de la mata, a quien se creía dueño de ella. UNO MAS. | |
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