A UNA FUENTE CENTENARIA
Caía tan suavemente,
que de verdad parecía,
que se acababa la fuente
y el agua se consumía.
Pero era solo espejismo,
porque el agua fresca y pura,
caía siempre lo mismo
y con la misma dulzura.
Cuantas veces he bebido
de tu agua y he sentido,
cantar pájaros y abejas
un incesante zumbido,
en el silencio dormido
de aquellas paredes viejas.
¡Que quietud! ¡que sentimiento,
llenaban el corazón!.
Todo se tornaba lento,
se vivía con fruición.
Se respiraba la esencia
que da la tranquilidad,
con la dulce complacencia
que brinda la soledad.
Cuanta nostalgia hay en mí
cuando através de mi mente,
sigo viendo aquella gente
que antes iba allí,
a por agua de la fuente.
Escucho por los rincones
sus cuchicheos... sus risas...
mientras llenaban sin prisas
los botijos barrigones.
Y es triste a mi parecer
que apesar del adelanto,
del agua en casa tener,
pueda llegarse a perder
algo que quisimos tanto...
Ya no hay risas. Ya no veo
el incesante trajín,
el ir y venir sin fin
y el sencillo comadreo.
Hoy aquí en este lugar...
solo nos queda quietud,
y acaso la ingratitud,
para este bello lugar.
diusteño