EL ABUELO
Fatigado de trabajar
camina por el sendero,
cansado de trajinar
lleva en su mano; el sombrero.
Con cortos pasos soporta
el cansancio en su pesar,
sin embargo; no le importa,
no lo quiere ni pensar.
Y al llegar junto a la fuente
se detiene a observar
y secándose la frente,
se sienta a descansar.
Observa el agua correr
con el rostro sonriente,
y mojándose la frente,
contento; empieza a exponer:
"¡Ay! vetusto manantial
con tu fino caudal constante,
que a la sombra del nogal
sacias al caminante".
Y después de haber bebido
da las gracias con fervor,
por el líquido recibido
que considera un favor.
Para después emprender
de nuevo el agreste camino,
y cuando empieza a anochecer
va llegando a su destino.
Miguel Barrera Durán