MONTAÑA CÓMO TE ELEVAS
A la montaña subí
un día que triste estaba,
extasiado de su olor
mi tristeza reposaba.
Embriagado de pasión
yo quise escalar su cima,
trepando por sus caminos
entre romeros y encinas.
Un rumor frenó mis pasos,
un riachuelo fluía,
en sus aguas cristalinas
sacie la sed que tenía.
En el polvo del camino
dejé marcadas mis huellas,
contando cosas de amores
me calentaba la Estrella.
La Estrella que nos caliento
me calentaba ya tanto,
a la sombra de los pinos
me senté hacer un descanso.
A la sombra de los pinos
contemplé a los transeuntes,
una vieja margarita
no lograba desplazarse.
Le presté mi dedo índice,
sin miedo me lo aceptó,
le dí un impulso suave,
la margarita voló.
Cuando la tarde caía
sin tristeza regresaba,
con los pulmones henchidos
del aire que respiraban.
Justo Márquez
diusteño