Paradas - Sevilla

Llama la atención que aquellos que dicen representarnos, se peleen entre ellos con tanta vehemencia en defensa de los intereses de "nuestra nación", cuando curiosamente, dicha nación se nutre, alimenta y está constituida por ciudadanos de carne y hueso -a los que se ningunea sin ningún recato-. Ciudadanos que sienten y padecen como cualquier hijo de vecino este vendaval de desatinos que aquellos que se autodenominan políticos -qué miedo- no quisieron (y no digo supieron, ya que su incesto con el mundo financiero es harto evidente a estas alturas) evitar o prevenir, a pesar de las innumerables advertencias de mentes preclaras del pensamiento económico y filosófico como Stiglitz, Krugman, Morin, San Pedro o J.M. Moreno Luque, sin ir más lejos.

Esto de que nos llamen a votar cada cuatro años me suena a 'coña', pues me da la impresión de que el resto del tiempo se lo deben de pasar de muerte haciéndonos 'peinetas', sector éste -el de las peinetas, claro- cuyas cuentas de resultados, a juzgar por las travesuras de estos mal llamados próceres o padres de la patria, debe de tener unos balances con unos superávits inusuales. Es de suponer que nuestros bienamados diputados al menos serán precavidos accionistas.

Si cada vez que votamos en una lista abierta eliminamos de un plumazo a aquellos que nos han estafado y les ponemos detrás al hombre del frac como recordatorio de por vida, entiendo que se lo pensarían antes de llegar al cargo
¿Cómo se podría interpretar este despropósito de forma constructiva, ya que darle al manubrio de la máquina del tiempo es hoy por hoy harto impensable? Una propuesta interesante podría ser la creación de una lista negra de políticos incompetentes para el ejercicio de la función, tal que si de un banco de morosos se tratara. Si cada vez que votamos en una lista abierta -objetivo ineludible de nuestro futuro democrático inmediato, si es que conseguimos salir de éstas indemnes- eliminamos de un plumazo a aquellos que nos han estafado y les ponemos detrás al hombre del frac como recordatorio de por vida, entiendo que se lo pensarían antes de llegar al cargo.

Sólo podemos avanzar en sentido correcto, esto es, hacia la aspiración de una nación solvente y con criterios de excelencia, si la ciudadanía independientemente de la calentura ideopolítica que le parezca más idónea para "ponerse", se deshiciera de los ineptos mediante este sistema tan sencillo.

En política, un gobernante que se precie, ya que esté al mando o en la oposición -que también es Gobierno- debe de aceptar que aquellos que hemos depositado nuestra confianza en ellos, hemos apostado fundamentalmente por la honorabilidad que se les presume y exige. Cansados de ser defraudados, condenamos a ambos partidos adláteres, al ostracismo. Hágase nuestra voluntad de una p... vez.

*El Astralnauta, un 'indignado' del movimiento 15-M.