SR. PORTILLO TOME NOTA Y COJA RUMBO Sin embargo, las circunstancias que rigen un proceso electoral (que pueden ser emotivas, lúdicas, competitivas, de promesas, etc.) terminan cuando existe una decisión ciudadana acerca de los competidores. En pocas palabras, las campañas terminan y comienzan los gobiernos, con las transformaciones subsecuentes en las relaciones que todo sujeto político establece. La opinión pública toma otra distancia con quien eligió y en el caso de Paradas que nos ocupa, la promesa de campaña (consentidora, amable) se comienza a convertir poco a poco en un reclamo que conforme pasa el tiempo subirá de tono sino se cumple. El discurso político se transforma y el político-en-campaña sufre la metamorfosis al político-en-el-gobierno y aquí, como en todo sistema democrático, no fue la excepción. Con el paso de los días y los meses, incluso con el paso de los 2 años, las circunstancias comenzaron a cambiar para quien ya ejercía el gobierno, como para quienes lo habían electo. Es evidente que no todo lo que sucede en torno a un ejercicio de gobierno puede reducirse al lenguaje expresado en el discurso político y simplificar así de tal manera la realidad del pueblo, sin embargo el “lenguaje no es inocente”, y todo lo que se concibió como promesa es entendido como algo a cumplirse, máxime cuando la experiencia histórica previa a la alternancia había estado salpicada precisamente de lo que jerga popular decía de la mayoría de los políticos (españoles): “nunca cumplen lo que prometen” (verbalmente) o simple y llanamente los hechos sin palabras y las palabras sin hechos.
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