Bajo el gobierno del crimen económico organizado. La gente no va voluntariamente al matadero si sabe que va al matadero. Pero es suficiente subirla a un vagón sin ventanas y decirle que vamos a salir de la crisis. Y cuando se oyen los gritos de espanto en vagones vecinos se le dice que nuestro vagón va a otro sitio, nuestro vagón va hacia la luz. Pero no es la luz de la sensatez o de la justicia, son las luces de la sala de despiece. Al fin y al cabo llevamos la misma ruta y circulamos por la misma vía. Ellos, el 1% que hace saltar las democracias por los aires, harán negocios como siempre, "business as usual", matando de hambre o traficando con armas. Todo está en manos de gente que no responde de sus actos ante ningún gobierno, ante ninguna ley, porque ellos hacen la ley. Y ahora que el barco se hunde están dispuestos a sacrificar a toda la sociedad para mantener sus privilegios. ¿Y el pueblo? ¿Y la democracia? El pueblo tan solo elige el color del preservativo con el que van a violarlo. Rosa o azul. Tampoco es que haya mucha variedad. Nunca se trató de representar la voluntad del pueblo sino de controlarlo y manipularlo. Y qué mejor manera que haciéndolo responsable de las decisiones que toman los poderosos. Es en esa transmutación de la causa con el efecto, donde las víctimas quedan criminalizadas. Esa es la base de toda dictadura: quienes toman las decisiones están exentos de sufrir sus consecuencias. La "desregulación" del mercado financiero significa precisamente eso: no poder exigir ninguna responsabilidad a quien tiene máximo poder económico. |