Martín de la Jara - Sevilla

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...ya veo que os comeis las uñas... pero no por impaciencia.No... no es por impaciencia de saber como continua el cuentito, si no por hambre. Pero ya que os habeis llenado la panza de uñas mordisqueadas, os voy a alegrar la digestion... ¡¡buen provecho!

...Un día, aconteció que la parte de los nomedoycuentenses que, curiosamente, siempre pesaba menos al pasar por la báscula, se encontró con que, si bien los partiditos de futbol seguían pareciéndoles muy chupis, y sus telefonitos moviles tenían pantallitas “superfasion” de varios megapixel, los retumbantes gorgoteos de sus dietéticas pancillas, no les dejaban oír, con tranquila placidez, los politonos de sus modernos móviles ni escuchar a los entretenidísimos comentaristas de futbol... y, ¡claro está!, comenzaron a rezongar y a hacer lo que siempre habían hecho en tales circunstancias: “Dar la lata” y volver a pedir que “la cosa cambiara”... es decir, aquella cantinela que, aparentemente, les había dado tan buenos resultados en el pasado... Solo que, como hacía mucho que no entrenaban en lo de “dar la lata”, ya no se acordaban de cómo se hacía...
Pero... aún y así, los “gordezuelos” se alarmaron, pues veían que los “livianos y dietéticos” nomedoycuentenses que se animaban a pedir cambios en “la cosa”, aunque desentrenados y desnutridos, empezaban a ser muchos más de los que le garantizarían la placidez necesaria como para disfrutar, como se debía, del curso de su bonita y agradable enfermedad de “¡¡to pa mí, to pa mí, to pa mí!!” y que tras la alianza con sus nuevos amiguitos, había pasado a llamarse con un nombre más largo y más acorde con la realidad de los efectos de la enfermedad: es decir “¡¡to pa los pesoistas y algo pa mí, to pa los pesoistas y algo pa mí, to pa los pesoistas y algo pa mí!!”; que presentaba los mismos síntomas que la antigua “to pa mí”, pero mucho más agudizados (eran pesoistas... no lo olvidemos)
Así que los nuevos “pacilleros” (nuestros simpáticos y prolíficos pesoistas) obedeciendo a sus viejos anfitriones empezaron a desgañitarse por las esquinas, voceando que “el pan con manteca” estaba “muy malo”... pero que, por amor a “no me doy cuenta”, ellos estaban dispuestos a engullir tan desagradable merendola, con tal de evitar a todos los nomedoycuentenses el mal trago de tener que ingerir tan insanas y desaconsejables viandas (...mas que nada por lo del colesterol...)
Y soltaron a sus pregoneros (que debido a la endogamia eran ya bastante numerosos...) para que se desgañitaran por todas las esquinas y foros de aquel bonito y “despistado” país, y fueran soltando su generoso pregón de “sacrificio” por el bien de “no me doy cuenta”... Salieron griñanuelos, carabollos, agorillas y quedones desde debajo de las piedras; no desdeñaron, ni tan siquiera, la ayuda de pederastas y zoofílicos de tostado y embigotado rostro; y se desparramaron por toda la extensión de aquel bonito y dietético país. Todos ellos, con una sola misión: comunicar a sus conciudadanos nomedoycuentenses que ellos eran la salvación contra los empachos y el colesterol; que ellos ya estaban acostumbrados a esa insanas dietas hipercalóricas, y que, en sus curtidas panzichuelas, prontas al sacrificio, el chusco con manteca no llegaría a afectar a ningún elegante y estilizado nomedoycuentense...
...Y se daban mucha bulla en pregonar...¿y a que no sabéis por que lo hacían?...