El Psicoanalista de Jhon Katzenbach La venganza es un sentimiento innato en el ser humano: entiendo que es normal que una persona sienta deseos de “vengarse” de otra cuando ha vivido una situación desagradable o cuando alguien, por ejemplo, le está haciendo la vida imposible. Y por lo tanto, la venganza es algo que debe ser entendida y aceptada, e incluso debe ser perdonada, ya que si se pueden perdonar otras cosas….¿porqué no se puede perdonar una venganza?. Pero para poder realizar una venganza en toda regla, en primer lugar, hay que sentir dentro de uno mismo un sentimiento de rabia, de impotencia, de dolor… que sea lo suficientemente importante como para llevarte a realizar un acto de venganza. Después hay que tener muy presente el famoso dicho: “la venganza es un plato que debe servirse frío”. No hay que precipitarse, no hay que mostrar tus intenciones a la persona que debe ser objeto de la venganza, sino que hay que mostrarse muy frío y calculador, tener mucha paciencia para así estudiar profundamente a la persona en cuestión: estudiar sus hábitos de vida, su pasado, lo mismo de sus familiares más cercanos, saber a que hora se va a trabajar, con quien sale, que lugares frecuenta, etc. Y luego, y con toda esa información encima de la mesa, determinar que tipo de venganza es la que se va a ejecutar. Evidentemente, depende de la magnitud del dolor que uno sienta dentro debe ser la venganza mayor o menor. No será nunca proporcional, porque se supone que el que reciba la venganza debe pagar con creces lo que ha hecho sufrir, por lo tanto, la venganza debe igualar al hecho ocurrido anteriormente y superarlo ampliamente, si es posible. La venganza(I): tres niños quedan huérfanos tras el suicido de su madre, que lleva una miserable vida y que además recibe malos tratos físicos y psicológicos de su actual pareja. El mayor de los tres niños, con el paso de los años, decide llevar a cabo una venganza, y así hacer pagar a todas aquellas personas que en su momento hicieron daño a su madre, y a las que puede considerar, de una u otra manera, culpables del suicido de ella. Para ello se toma su tiempo, calcula bien cada paso que debe dar y se cobra con creces el daño sufrido. Un poco lo que he dicho antes: una venganza nunca debe ser proporcional al daño recibido, siempre se debe hacer sufrir más a la persona objeto de esa venganza. La venganza(II): dentro de esas personas que van a ser vengadas por el mayor de los tres niños se encuentra el psicoanalista que atendió a su madre en los últimas semanas de su vida. Ricky es un psicoanalista que lleva una vida tranquila, su mujer murió de cáncer años atrás, y él se encuentra volcado en su profesión. El día de su 53 cumpleaños recibe en su despacho una nota que dice lo siguiente: “Felicidades, bienvenido al primer día de su muerte”. Al tiempo que le indica que dispone de quince días para averiguar su identidad y que si no lo logra tiene dos alternativas: o suicidarse o sino lo hace irá asesinando a miembros de su familia. Desproporcionada e injusta la venganza llevada a cabo por el mayor de los tres niños hacia el médico que la atendió, cuando éste se encontraba iniciándose en su profesión. Pero la venganza también es así, injusta, o quizá no, todo es relativo, depende de los ojos con los que se miren. En todo caso, el vengador arruina la vida personal y profesional del psiconoalista, provocando que su vida se convierta en algo muy distinto a lo que había sido hasta entonces. Se le amontonan los problemas, se le acumulan las dudas, se le suceden las desgracias… y paralelamente a todo ello se le va acabando el tiempo ya que los quince días transcurren más rápidos de lo que el mismo desearía. La venganza (III): Para el psiconoalista, la venganza que se cierne sobre él es tremendamente injusta y desproporcionada, como ya he señalado. Su vengador lleva años planificándola y goza de una ventaja sobre él más que apreciable, y en todo caso una venganza que hará que él jamás pueda llegar a revelar la identidad de esa persona. Hay que aislarse del mundo, llevar una doble personalidad, seguir viviendo la vida como si nada hubiera ocurrido, pero en varios momentos al día, o en ocasiones en días completos, debe convertirse en otra persona, debe transformarse en un ser que solo piensa en una cosa: en su venganza, en hacer pagar con crecer a aquella persona que arruinó su vida. Hay mucho tiempo, hay simplemente que dejarlo pasar, para luego intentar llevar una ventaja sobre su vengador idéntica a la que éste había llevado sobre él tiempo atrás. Si se sigue sintiendo ese dolor, si los recuerdos de esos malos días siguen frescos en su memoria, no hay porque preocuparse, únicamente es cuestión de dejar pasar el tiempo, de ir atando cabos, de ir recopilando información hasta que llegue el día en que deba ponerse en acción. El no está acostumbrado a este tipo de actos, no es un ser violento, no es un ser vengativo, es un ser reflexivo que hace del diálogo la única de sus armas. Pero la situación ha llegado a un extremo ante el cual la comunicación, el entendimiento y el diálogo de nada sirven; hay que ponerse al mismo nivel que su vengador y ejecutar su venganza sin piedad pero con un cierto punto de humanidad que le faltó a su propio vengador. Al fin y al cabo, cuando un ser humano tiene unas creencias y una idea de la vida, es muy difícil arrancarla de golpe y sufrir una transformación absoluta en su personalidad. Y el psicoanalista se vengó. Lo hizo bien. Lo hizo con tranquilidad, con pausa, sin prisas, mostrándose frío y calculador, y midiendo todos y cada uno de sus movimientos. Si tienes pensado vengarte de alguien, te recomiendo este libro escrito por Jhon Katzenbach. Yo llevo tiempo planeando la mía….¿y tu? Un saludo. PD: Tranquilos…..no pienso vengarme de nada ni de nadie. Es simplemente que me he metido demasiado en el personaje de esta gran novela |