erminó de hablar, recogió sus papeles y se fue con la cara blanca mientras la bancada socialista y los ocho secretarios provinciales del PSOE le aplaudían en el Parlamento andaluz. Dicen que estuvo al borde de las lágrimas en más de una ocasión durante su comparecencia. Y es que el caso de los ERE se ha convertido en toda una carga personal para José Antonio Griñán.
Al margen de su responsabilidad en su etapa como consejero de Hacienda y su posterior gestión política del caso, los ERE le han pasado una factura personal y un serio conflicto interno. Tras su elección como presidente de la Junta en abril de 2009 y como secretario general del PSOE-A en marzo de 2010, Griñán comenzó a tomar conciencia de la gravedad del asunto. Un mes antes de que el ex consejero de Empleo Antonio Fernández ocupara las portadas de los periódicos por beneficiarse del ERE de González Byass que autorizó su departamento, ya había recibido las primeras presiones. En octubre de 2010, destacados miembros de la 'vieja guardia' del partido se habían reunido con él para hacerle ver la importancia de "proteger" a sus antiguos compañeros del Gobierno andaluz, al partido, en definitiva. Pero Griñán fue claro: "Caiga quien caiga". Tras este fracaso, la misma delegación se entrevistó con la que entonces era su 'número 2' en el partido, Susana Díaz, que, aunque más comprensiva que él, tampoco se comprometió a nada. "Le están atacando por todos lados, voy a dar la vida por él", respondió.
Con esta actitud, empezó a ganarse enemistades personales y conflictos internos en el partido. A los que llevaban décadas mandando les preocupaba la actitud 'insolidaria' del nuevo capitán del barco. Y así llegaron las elecciones autonómicas, los autos demoledores de la juez Alaya y las portadas diarias que señalaban a Griñán como responsable político del fraude en su etapa de consejero de Economía. Esos días de autobús y EREs, de máxima soledad, al candidato, de carácter ciclotímico, se le hacían cuesta arriba. En algunas jornadas incluso "no encontraba sentido" a tanto esfuerzo.
Tras la "gesta" de mantener el Gobierno andaluz, llegó el pacto de gobierno con IU y su exigencia de constituir una comisión de investigación. Griñán aceptó, pero se volvió a encontrar con problemas internos a la hora de establecer las conclusiones y señalar a los responsables políticos del caso. Un destacado grupo de socialistas, liderados por la 'vieja guardia' y los críticos 'rubalcabistas', advirtieron de que votarían en contra. Si se señalaban responsabilidades políticas, se rompería el grupo parlamentario. De ahí el nuevo fiasco.
Dentro del partido, todo este tiempo Griñán se ha tenido que mover entre la lealtad a sus antiguos compañeros y su empeño en defenderse personalmente. Ese difícil equilibrio es el que le lleva de la rabia a estar al borde de las lágrimas.
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