Herrera - Sevilla

A veces uno no sabe bien qué pensar cuando nuestros politicos se aferran al poder aunque se amontonen innumerables razones para abandonarlo. ¿Será que tienen actividades o actuaciones que ocultar y, al más autentico estilo Berlusconi cuando aún era II Caveleere, estiman que precisan del poder para no ser escutrados por la justicia? O, tal vez más triste aún aunque menos corrupto, ¿sera que no saben hacer ninguna otra cosa?

Pero por una u otra razón, resulta improbabilísimo que un cargo publico llegue a abrumarse lo suficiente como para dejar el puesto remunerado, el secretario, los regalos y demás ventajas inherentes al poder.

Por eso mismo debemos ser nosotros quien le quitemos el puesto.

Estoy de acuerdo, pero no tardemos tantos años.